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CincoSentidos

Augusta mantiene el veto a las mujeres

El nuevo presidente, Billy Payne, defiende que el mítico club siga fiel a las tradiciones.

Hay tradiciones que no cambian. A medida que se acerca el Masters, el torneo de golf más importante del mundo, reaparece la discusión, alimentada por ciertos círculos feministas, del por qué las mujeres no pueden entrar a formar parte como miembros de pleno derecho del Augusta National Golf Club, organizador del primer grand slam del año.

La confrontación que mantiene Martha Burk, que preside el Consejo Nacional de Organizaciones de Mujeres de Estados Unidos (NCWO por sus siglas en inglés), con los responsables del Augusta National, probablemente el club de golf más elitista, ha tomado un nuevo impulso a raíz de las palabras pronunciadas por el nuevo presidente, Billy Payne, quien afirmó estar 'bien enterado respecto a todas sus acciones las de Martha Burk relacionadas con el Augusta National y, sinceramente, no veo que sea provechoso perder el tiempo dialogando con ella'.

Payne, de 58 años, organizador de los Juegos Olímpicos de Atlanta, es el sexto presidente en los 73 años de historia de la entidad y el primero nacido en el estado de Georgia, donde se halla el famoso campo que fundaron Bobby Jones y Clifford Roberts, cuyas tradiciones se ha comprometido a conservar.

'¿Qué derecho tienen las mujeres de jugar a golf en la propiedad privada de otra persona? Absolutamente ninguno. ¿Qué obligación moral o legal establece dejar jugar a las mujeres? Absolutamente ninguna', afirma un portavoz del club. El anterior presidente, Hootie Johnson, mantuvo una agria discusión con Martha Burk que desembocó el año 2003 en una manifestación en las mismas puertas del Augusta National. 'Jamás aceptaré cambiar las normas de admisión de nuevos socios a golpe de bayoneta', dijo Johnson, ante las amenazas de boicot dirigidas contra los patrocinadores del Masters.

Johnson se anticipó a la estrategia de Burk, quien se dirigió a General Motors, IBM, Citigroup y Coca Cola para advertirles de que prestan su apoyo a un club que discrimina a las mujeres y que éstas pueden optar por comprar sus productos a otras compañías que promueven políticas de igualdad de género. Ninguna de estas multinacionales tiene el derecho de colocar ni una sola pancarta con su nombre en el interior del recinto del Augusta National, aunque son las únicas que aparecen en los cortes de publicidad que la cadena de televisión CBS incluye durante la transmisión. Para rescatar a los patrocinadores de la presión feminista, Johnson les liberó de sus compromisos durante dos años. Un periodo en el que los 300 socios de Augusta corrieron con los gastos que ocasiona el torneo.

'Nosotros no tenemos nada en contra de las mujeres: las amamos', afirmó uno de las venerables miembros del club del que forma parte Bill Gates, cuya media de edad está cercana a los 70 años. Las mujeres pueden acceder a la Casa Club y disfrutar del campo siempre que hayan sido invitadas por un socio, pero no pueden entrar a formar parte del mismo. 'Los miembros de Augusta somos de un solo género, tal y como sucede en tantas organizaciones de EE UU. Desde las hermandades de mujeres a las niñas exploradoras, a los niños exploradores y tantas otras. Todos tenemos el derecho moral y legal de organizar nuestros clubs de la manera que deseemos', insiste Johnson, quien en el año 1991 promovió la entrada del primer socio negro.

Burk pensó que con Payne las cosas iban a cambiar. 'Me siento decepcionada, aunque no sorprendida', dijo, después de que su abogado, Cyrus Mehri, recibiera una carta de la presidencia de Augusta en la que se ratificaba que 'la entrada de un nuevo miembro la deciden nuestros socios', firmado Billy Porter Payne, Chairman of Augusta National Golf Club.

A la ciudad no le gusta la polémica

En la ciudad de Augusta, que vive todo el año de las rentas que le proporciona el torneo, empiezan a mostrar su desagrado por la polémica. Sue Burmeister, representante republicana, declaró que 'no me gusta tener a Burk en mi distrito intentando obligar a una organización privada a hacer algo que ellos no desean'. La manifestación del año 2003 fue esperpéntica.Había más policías que manifestantes, eso sí, la marcha fue un ejemplo de organización con espacio para cada uno de los grupos que solicitó permiso para participar y con instalación de baños portátiles incluida para comodidad de los asistentes.

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