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Motivos para celebrar Europa

Las autoridades europeas celebran este fin de semana por todo lo alto el 50 aniversario del Tratado de Roma, el origen de la Unión Europea. Puede que estos fastos tengan un recibimiento más bien frío por parte de los ciudadanos, históricamente mucho menos euroentusiastas que sus líderes políticos. Pero la casualidad ha querido que precisamente la semana en la que la Unión Europea cumple medio siglo de vida, las empresas europeas vivan su propia fiesta.

La batalla por Endesa, la posible fusión de Barclays con el holandés ABN Amro, el acuerdo entre el mayorista de viajes alemán TUI con el británico First Choice, la oferta de Imperial Tobacco sobre la hispano francesa Altadis, los rumores sobre el interés de la alemana Lufthansa por Iberia, la entrada de ACS en la alemana Hochtief y otro sinfín de especulaciones sobre posibles movimientos de concentración en el mapa empresarial europeo son un buen anticipo a las celebraciones de este fin de semana, además de un considerable aliciente para las Bolsas.

Parece que las operaciones transfronterizas se han puesto, por fin, en marcha. Europa se mueve, las empresas se han propuesto reducir la brecha de crecimiento con Estados Unidos y los nuevos competidores asiáticos y, con el tiempo, este impulso empresarial ha de servir para colocar a Europa en el lugar que le corresponde del nuevo escenario global. Tanto movimiento corporativo se produce justo cuando la economía europea se despereza, tras muchos años de letargo, y el euro gana atractivo como moneda de reserva frente al dólar. De lo lejos que llegue este impulso depende en cierta manera la solidez del crecimiento mundial, todavía excesivamente supeditado a Estados Unidos y a sus desequilibrios.

La economía mundial todavía no tienen muy claro qué cabe esperar de Europa. Sería deseable un modelo en el que la UE, Japón o los nuevos gigantes asiáticos soplen si Nueva York se desinfla, para que el mundo no pierda el aliento. Pero Europa tiene aún muchos retos pendientes para ser de verdad competitiva y aprovechar las ventajas de la globalización. De momento, resulta primordial desterrar definitivamente los prejuicios nacionalistas y proteccionistas que aún torpedean muchas operaciones empresariales. Europa iría más deprisa si los mandatarios que hoy celebran con tanto fervor el medio siglo de Europa no tiñeran de política lo que es mercado. Eso sí que sería para celebrar.

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