Lladró abre las puertas de su colección privada
Ribera, Ribalta, Zurbarán, El Greco, Rubens, Joan de Joanes, Pinazo, Sorolla... Esta es parte de la nómina de pintores que conforman la colección privada de la familia Lladró que ahora se puede contemplar en el museo que la propia compañía ha abierto en la Ciudad de la Porcelana, el complejo ubicado en la localidad valenciana de Tavernes Blanques donde se diseñan y fabrican las conocidas figuras decorativas.
Hace ya unos años que la familia Lladró decidió mostrar a los más de 15.000 visitantes que cada año pasan por la fábrica parte de su colección, atesorada a lo largo de los años en que los tres hermanos fundadores, Juan, José y Vicente Lladró, han ido comprando obras de arte.
Sin embargo, ahora, la compañía ha decidido dar un paso más creando el Museo Lladró, donde por un lado se exponen las figuras de porcelana más emblemáticas de la historia de la empresa y por otro la colección privada de pintura, compuesta por unas 200 obras de las que se exhiben unas 70.
La pinacoteca privada de los Lladró tiene un alto valor. 'Inicialmente los hermanos comenzaron por coleccionar únicamente obras de pintores valencianos, con el tiempo los marchantes ofrecían otras oportunidades que no podían rechazar por lo que acabaron ampliando su objetivo', explica la presidenta de la compañía, Rosa Lladró.
La reorganización y puesta en valor de la pinacoteca de los Lladró ha sido aprovechada también por la compañía para establecer en su sede una muestra de las 70 piezas de porcelana más emblemáticas de la marca. 'Queríamos tener esta exposición porque hasta ahora sólo la teníamos en Nueva York', apuntó Rosa Lladró.
Obras iniciales
La muestra comienza por tres obras realizadas por cada uno de los tres fundadores, el Retrato de una anciana, de Juan Lladró. Jarrón número 5, de José Lladró y Baile regional, de Vicente Lladró.
A partir de ahí, la muestra recoge las creaciones de distintos autores que han trabajado para la firma, entre los que destaca Fulgencio García, autor de una de las figuras más emblemáticas de Lladró, Triste arlequín, que definió las líneas por las que discurriría buena parte de la creación en la compañía valenciana y que le ha hecho conocida en todo el mundo.