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CincoSentidos

Un ladrón en la oficina

Pautas para investigar y gestionar los hurtos internos

Ha desaparecido un jamón en la oficina. Los trabajadores se miran unos a otros con incredulidad y cierto desasosiego. Es una 'pérdida desconocida interna', el nombre técnico de los hurtos realizados por los propios empleados, difíciles de investigar y de gestionar incluso cuando hay pruebas del hecho, algo poco habitual.

El detective cree que es un caso complicado. Podría llamarse Manuel Garruta, socio de MG Consulting, que gestiona la seguridad del World Trade Center de Barcelona. 'El de los hurtos internos es un tema muy desconocido', explica. 'Las empresas no quieren reconocer que tienen ese tipo de problemas'.

Los datos disponibles, de la Asociación Española de Codificación Comercial, se refieren exclusivamente al sector de la distribución, donde las pérdidas desconocidas totales representan un 1,25% de las ventas. A su vez, de ese porcentaje un 26,5% son casos internos, según el Center for Retail Research. Son más habituales en las tiendas, pero también se dan en las oficinas.

Los jamones no abundan entre los escritorios, pero sí los 'cheques restaurante o el dinero de las carteras', objetos que, según el abogado laboralista de Sagardoy José María Carpena, son los que más se roban. 'A veces una pulsera'. Son los casos en los que la víctima es un compañero del ladrón.

Paco Muro, de la consultora de recursos humanos Otto Walter, recuerda que, aunque 'es menos grave, quien más, quien menos, ha hecho fotocopias en la oficina, o se ha llevado un par de rotuladores. Hasta que no me tocó ser empresario no me di cuenta del gasto que supone'.

En esos casos el mejor remedio es el sentido común, a juicio de Benjamín García Reche, autor del Manual de la pérdida desconocida (Euromadi Ibérica), 'si desaparecen folios, es mejor meterlos en un almacén cerrado con llave, y el que quiera llevárselos, que firme en un papel. Al final lo mejor es la vigilancia natural de los propios empleados, cansados de estos inconvenientes'.

Cuando hay un hurto 'siempre se acusa a los de mantenimiento, limpieza y de seguridad, que trabajan de noche. Yo creo que todo el mundo es sospechoso', afirma Garruta. El Manual de la pérdida desconocida, de Benjamín García Reche, apunta a los 'descontentos, a los que abusan de la confianza, como familiares y amigos, y a los que tienen poco que perder'.

Encontrar pruebas es difícil, si no hay grabaciones o testigos directos. 'Se puede preguntar a los empleados, pero es preferible hacerlo con cuidado, para no crear mal ambiente', explica García Reche.

Una vez encontrado un presunto responsable, 'hay que verificar, verificar, y nunca prejuzgar. Y asumir los costes de la decisión; si no hay pruebas irrefutables, casi es mejor acometer el despido improcedente y ahorrarse los tribunales', recomienda Paco Muro. 'Hay que asumir los costes de la decisión.'

Si se apuesta por la solución judicial, hay que remitirse 'al convenio, o en su caso al Estatuto de los Trabajadores', explica José María Carpena, abogado laboralista de Sagardoy. 'El de despachos y oficinas de Madrid considera un hurto como una infracción muy grave.'

La sanción puede ir desde una suspensión de empleo y sueldo de 11 días a 2 meses, hasta el despido, dependiendo de la cuantía y de la reincidencia. 'Si es la primera vez lo más probable es que un juez lo considere improcedente', advierte Carpena. 'Si ha ocurrido alguna vez, y hay un aviso, y a la siguiente se descubre al responsable, ya es más proporcionado'.

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