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Francia

La mitigada herencia del camaleón Chirac

Bayrou se convierte en el problema común para Sarkozy y Royal

Los diez minutos de alocución televisiva de despedida del presidente francés Jacques Chirac de sus 'queridos compatriotas' el pasado domingo, anunció ya la casi muda herencia de sus 12 años de mandato presidencial. Lejos de desgranar los puntos de su paso por el Elíseo -dos candidaturas, en 1995 y en 2002-, que despachó en apenas tres o cuatro trazos, Chirac se centró en exaltar los valores de una Francia cuya voz todavía pesa en el mundo, y cuyo modelo social debe preservarse en medio de una galopante globalización.

Ahora bien, el presidente de Francia, en el cargo hasta el mes de mayo, no dejó pasar la oportunidad para llamar al orden al que ha sido su mayor enemigo durante su mandato, el todavía ministro de Interior y candidato conservador a las presidenciales, Nicolas Sarkozy. Chirac no sólo no ofreció su apoyo explícito al titular de Interior, sino lanzó varias flechas en dirección de quien representa un futuro político en total oposición a su concepción de la política.

De derechas, pero distintos

Para la herencia gaullista de Chirac en defensa de 'una cierta visión del mundo', es necesario que el país galo 'siga afirmando su lugar en el mundo', lejos, precisamente, de la visión atlantista de su posible sucesor en el Elíseo. Uno de los mensajes de Chirac de mayor calado ha sido su exhortación a 'no aliarse con el extremismo, el racismo, el antisemitismo o el rechazo del otro'. Una velada alusión al flirteo de Sarkozy con el electorado de extrema derecha, y su reciente y polémica propuesta de crear un ministerio de Inmigración y de la identidad nacional.

La defensa del modelo social francés, del que Chirac parece ser uno de los últimos defensores, ha sido otro de sus mensajes, frente a la 'ruptura' que preconiza el todavía ministro del Interior.

Pocas fueron las voces que ayer elogiaron el largo mandato de Chirac al frente del Elíseo. Sin duda, la encarnizada lucha que ha protagonizado el triángulo Chirac, Villepin, Sarkozy se saldó ayer con la victoria del tercero. En un último acto de disciplina, el primer ministro galo y eterno enemigo de Sarkozy, claudicó y ofreció su apoyo al candidato de la derecha de cara a las elecciones. 'Estoy con Nicolas Sarkozy para defender los ideales de nuestra familia política', según explicó en una emisora local, para añadir que 'juntos hemos estado en este Gobierno y juntos estaremos en esta batalla'.

Los que estaban en los pasillos de la radio Europe 1 escucharon a un Villepin, emocionado, rezumar nostalgia de quien 'ya echo de menos', en referencia a Chirac. Sarkozy no sólo se mostró 'sensible' al apoyo 'sincero y sin ambigüedad' de Villepin, sino que además se apuntó el tanto, ya que, 'de no ser capaz de unir a mi familia política, ¿qué se diría de mi?'.

Ahora, la principal preocupación de los 'presidenciables' y posibles sustitutos de Chirac en el Elíseo, Sarkozy y su rival socialista Ségolene Royal, es la imparable ascensión del centrista François Bayrou. Según el último sondeo hecho público ayer, Bayrou se impondría a Sarkozy en la segunda vuelta de las presidenciales por 55% a 45%. Frente a Royal la diferencia sería menor, de 52% a 48%.

En la primera vuelta, Sarkozy sigue en cabeza respecto al último sondeo de principios de mes en un 28% de intención de voto, y gana a Royal, que pierde un punto, hasta el 26%. Bayrou ha progresado otros dos puntos, hasta el 26%, y el candidato de extrema derecha Le Pen llega al 13,5%.

El equipo de Sarkozy observa con creciente preocupación el ascenso de su repentino rival, y ya ha empezado la ofensiva. Desde la UMP se intenta pasar el mensaje de que 'Bayrou cultiva la ambigüedad', lo que 'conduce al inmovilismo', según la frase enlatada de este partido.

El candidato del partido UDF a las presidenciales proviene de una familia política que mezcla democracia cristiana y liberalismo, un difícil compromiso cuya teoría se remonta a los años treinta del pasado siglo y con la que Bayrou dice querer relanzar la economía social de mercado. Esta vía intermedia atrae a aquellos votantes orientados hacia la derecha que desconfían de la brutal ruptura preconizada por Sarkozy. Para desarrollar su utopía, Bayrou se apoya en un amplio círculo de economistas y empresarios de muy diversos horizontes.

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