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CincoSentidos

Basilea, sociedad ilimitada

Con un gran bagaje histórico, esta ciudad es un laboratorio de arquitectura y futuras formas de vida

Hay accidentes (geográficos) que marcan; que tomes el tranvía en una calle y, cuatro paradas más allá, te bajes en otro país, te obliga a llevar la mente despierta. Porque si te descuidas, puede que eches pie a tierra en un tercer país diferente. Ocurre en Basilea. Está en Suiza, pero tiene barrios en Alemania y en Francia. Se encuentra justo donde el Rin dobla su célebre rodilla y cambia de rumbo para dirigirse al norte. Ni que decir tiene que esa gran avenida fluvial contribuye a diluir aún más las fronteras. Así fue siempre, desde que los romanos fundaran, junto al río, la colonia Augusta Raurica (allí siguen sus huellas), y también cuando Europa se estremecía con la crisis de la Reforma; Basilea, además de un pasillo de ideas, era un lugar bastante seguro.

Una ciudad episcopal (como recuerda el báculo de su escudo) donde la Reforma adoptó perfiles tolerantes, gracias al fraile moderado Oecolampadius, que la introdujo. Erasmo vivió y publicó allí la primera edición en griego del Nuevo Testamento. Muchos personajes ilustraron sus calles y plazuelas. Actualmente, existen unas rutas -señalizadas con la efigie de figuras como Erasmo, Paracelso, el pintor Hans Holbein o el historiador Burckhardt- que permiten rastrear los hitos monumentales de esta urbe acoplada a horcajadas del Rin, con un puente de piedra (renovado, claro) que permitía el flujo de hombres, mercancías y novedades.

La ciudad vieja (o Grossbasel) se arracima en la orilla izquierda del Rin y ocupa dos colinas separadas por un arroyo (el Birsig) ahora soterrado. Esto convierte al centro urbano en una cascada de cuestas, pasajes, escaleras y hermosas perspectivas. En la colina que se asoma al Rin, la catedral gótica (retocada) preside una terraza frente a la cual se despliegan el río, la otra orilla o Kleinbasel, y más allá, los Vosgos franceses y la Selva Negra alemana. Las iglesias medievales (San Martín, San Pedro, los Descalzos) presiden plazuelas que escoltan al soberbio ayuntamiento gótico (muy restaurado en el XIX) y a la Marktplatz o plaza mayor. No faltan rincones medievales, pero abundan más las ricas mansiones patricias de los siglos XVII y XVIII, ahora ocupadas por museos, oficinas municipales o dependencias académicas (la universidad de Basilea fue la primera creada en Suiza).

Y es que todo va encadenado y todo se explica: los hugonotes franceses vinieron a refugiarse en la ciudad tolerante, eran tejedores en su mayoría e impulsaron un comercio a gran escala de cintas de seda y abalorios. Para teñir las telas hubo que poner en pie lo que luego sería próspera industria química; la empresa Geigy fue fundada nada menos que en 1785 y, todavía hoy, junto a la actividad del puerto fluvial o los bancos y seguros, las compañías farmacéuticas siguen siendo pilar de su economía.

Precisamente a una de ellas, Roche, que absorbió a la antigua Sandoz, se debe uno de los proyectos más vanguardistas en fase de construcción: Novartis, una miniciudad para la investigación que está siendo creada por arquitectos como Diener, Gehry, Roost, Sanaa, etc.

De Basilea han salido talentos como Herzog y De Meuron (colegas desde la infancia), Diener & Diener, Morger & Degelo y otros que tienen numerosos edificios en la ciudad: existen unas guías temáticas para rastrear esta nueva y deslumbrante arquitectura, embutida en pleno cogollo urbano. Y a escasas paradas de autobús -transgrediendo fronteras- dos must para cualquier interesado por lo nuevo: el Centro de Diseño Vitra -donde se codean edificios de Frank Gehry, Álvaro Siza y Zaha Hadid, entre otros- y la Fundación Beyeler, un pabellón traslúcido de Renzo Piano que da techo a una de las mejores colecciones del mundo en materia de arte moderno: también eso, el coleccionismo de arte, es uno de los rasgos genéticos de los ricos vecinos de Basilea.

Guía para el viajero

Cómo irLa compañía Swiss (901 116712, www.swiss.com/spain) tiene vuelos diarios a Zúrich desde Madrid (tres), Barcelona (dos), Málaga (dos) y Palma de Mallorca (uno), además de otros vuelos en código compartido con Spanair. Del propio aeropuerto de Zúrich salen trenes frecuentes hacia Basilea.Dormir y comerHotel Victoria **** (Zentralbahnplatz 3-4, +41 (0)61 2707070, www.balehotels.ch, hotel-victoria@balehotels.ch), muy cómodo, ya que está a escasos pasos frente a la estación de trenes, 185-470 la habitación doble. Un histórico: Les Trois Rois ***** (Blumenrain 8, +41 (0)61 2605050, www.lestroisrois.com), recién renovado, lujoso y clásico, asomado al Rin, 590-720 la doble. Der Vierte König (Blumenrain 20, +41 (0)61 2615442), divertido y cosmopolita, junto al hotel Tres Reyes. Acqua Osteria (Binningerstrasse 14, +41 (0)61 2716300) para gente 'enrollada' y exquisita a la vez, en un antigua distribuidora de aguas, comida italiana. Restaurant Filou (en la Messeturm o torre de la Feria, la más alta de Suiza, +41 (0)61 5604000), ambiente de diseño. Besenstiel (Klosterberg 2, +41 (0)61 2739700), muy a mano, junto a la Barfi o plaza de los Descalzos (Barfüssenplatz), con mucho ambiente.

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