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CincoSentidos

Responsabilidad frente a la violencia

No podemos esperar que los aficionados vayan al estadio como corderos cuando les provocamos'. El entrenador del Sevilla de fútbol, Juande Ramos, acusaba ayer a los 'profesionales y dirigentes', él incluido, de haber echado 'gasolina al fuego' antes de su partido contra el Betis del miércoles, en el que perdió el conocimiento por el golpe de una botella lanzada desde las gradas. Ese suceso, y otros altercados recientes en el mundo del fútbol, han reabierto el debate sobre la violencia relacionada con los espectáculos deportivos.

'Los estadios son muy seguros', subraya Manuel García Gurruchaga, secretario general adjunto de la Liga de Fútbol Profesional. A diferencia de Italia, todos los campos españoles tienen tornos. 'Se hacen cacheos, pero es muy difícil evitar que se cuele una bengala o una botella de vidrio', acepta Gurruchaga.

'Se han llegado a tirar hasta móviles', comenta una fuente del Consejo Superior de Deportes. 'Eso no se puede controlar'. Por eso la ley prevé la 'responsabilidad derivada' del dueño del estadio, explica Manuel Martín Domínguez, especialista en jurisdicción deportiva de Gómez-Acebo & Pombo. 'También se sanciona al club por los cánticos racistas de los aficionados. Se trata de obligarles a educar a su público, a mandar mensajes a las familias, a fomentar una visión lúdica de la competición deportiva'.

Algo en lo que no abundaron los directivos de Betis y Sevilla, que llevaban varios días polemizando. 'Hace falta un compromiso para evitar el lenguaje bélico', reclama Josep María Minguella, ex representante de futbolistas. Un pacto 'como el que hubo en Inglaterra', que incluiría 'a clubes, policía y medios de comunicación', y que 'metiera a los violentos en la cárcel'.

En eso incide Esteban Ibarra, del Movimiento contra la Intolerancia. 'Que se aplique el Código Penal a gente como los aficionados del Atlético de Madrid que el sábado destrozaron varios vehículos en las afueras de su estadio'.

Tres de ellos fueron detenidos y la Comisión Antiviolencia ha impuesto una multa de 10.000 euros a cada uno. Ibarra reclama que se sancione a los clubes que den entradas 'a los grupos ultras, que no están registrados como asociaciones', algo que está previsto en la Ley contra la Violencia en el Deporte, que lleva seis meses bloqueada en el Congreso por una cuestión de competencias.

El abogado Martín Domínguez es escéptico con la eficacia de esa medida, y considera que el problema es 'más de voluntad que de leyes'. Una excepción es el Barcelona, que ha cortado relaciones con los Boixos Nois. 'Colaboramos con los Mossos d'Esquadra e hicimos lo que nos pidieron', explica un portavoz del club, 'aunque al principio no confiaban en que fuéramos en serio'.

En cambio, sí que prestan sus instalaciones a 'los grupos que más animan' al equipo de baloncesto, 'porque nunca han cometido un acto violento'. Otra línea de actuación de la entidad azulgrana es 'cuidar las declaraciones y mantener buena relación con otros clubes, aunque a veces fallemos'.

Lanzamiento de objetos o el cuento de nunca acabar

En los días posteriores a un incidente como el del derby sevillano, todo son lamentos, declaraciones solemnes y propuestas para acabar con la violencia. Sin embargo, lo de ayer no es ninguna novedad, sino un capítulo más de un largo listado de actos violentos que tienen al fútbol como trasfondo. En cada jornada las cámaras captan objetos lanzados desde la grada. La diferencia reside en que, esta vez, el lanzador dio en el blanco.También en un partido de la Copa del Rey de la temporada anterior, un linier fue alcanzado por un mechero. El partido, que enfrentaba al Valencia y al Deportivo de la Coruña, se suspendió ante las protestas del público. Se reanudó semanas después sin público.En la pasada liga, el arbitro suspendió momentáneamente un Atlético de Madrid-Sevilla después de que desde el fondo del Calderón llovieran una multitud de objetos sobre el portero sevillista Palop. Incluso, una botella de whisky voló sobre el campo.El objeto más recordado y original que cayó en un terreno de juego fue la famosa cabeza de cochinillo que sirvió para saludar el regreso, con la camiseta madridista, de Luis Figo al Camp Nou.Aunque ha pasado más desapercibido, en el derby sevillano también se encendieron bengalas, un objeto prohibido por la legislación actual, pero común en los estadios. Y eso que el lanzamiento de una bengala segó la vida de un niño de 13 años en el año 1992 en el ya desaparecido campo de Sarrià, en Barcelona.

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