Contemplar un diamante como una inversión
La certificación de calidad y de origen, claves en la compra
A 800 grados centígrados se evaporan en forma de dióxido de carbono, pero a temperatura ambiente mueven las pasiones románticas, y también las inversoras. La película Diamantes de sangre los ha puesto de polémica actualidad, pero las empresas distribuidoras defienden que compran sus piezas al margen de conflictos bélicos, y con certificados de calidad.
Una de ellas es Maravillas de la Naturaleza, que expone en el Club Financiero Génova de Madrid hasta dentro de diez días algunos de los diamantes de su catálogo para inversores. A Fernando Béjar, que la dirige junto a su hermano José Manuel, le gusta compararlos con las obras de arte. 'No siempre compras un cuadro como un objeto de inversión, sino también para contemplar una obra de arte en tu casa.'
Sin embargo, hay una diferencia entre ambos sectores. 'La valoración del arte es más subjetiva, mientras que para valorar los diamantes hay criterios más definidos', señala Béjar. Esos son el peso, el color, la pureza y la talla, pero el sistema de evaluación es complejo. 'A igualdad del resto de propiedades, un diamante de un quilate no vale lo mismo que dos de 0,50 porque el coste de extracción no es lineal', añade.
El incremento de precios tampoco, puesto que 'los diamantes grandes, de más de un quilate, tienen una rentabilidad anual de dos dígitos, mientras que los de tamaño medio suben entre el 5 y el 10%', asegura, basándose en catálogos como el de Martin Rapaport.
Béjar insiste en la importancia de que tengan un certificado expedido por un 'laboratorio independiente'; en su caso recurren al español Gemacyt, dependiente del HRD (Diamond High Council), con sede en Amberes, uno de los más conocidos junto con el GIA (Instituto Gemológico Americano).
Sus piezas proceden de 'Sudáfrica, India y Brasil', los mayores productores mundiales, y se aseguran de que no sean de 'Sierra Leona, Angola y Liberia, países en guerra permanente', donde los diamantes financian a los combatientes. Además, su empresa compra 'directamente en origen', algo que lleva años haciendo por su experiencia con la compraventa de fósiles y otros objetos naturales. Los hermanos Béjar llegaron a sacar coleccionables sobre el tema.
Sobre el potencial perjuicio que al mercado de los diamantes naturales pueden suponer los creados artificialmente, Béjar considera que 'sólo ocurriría así si se ocultara que son sintéticos'.
Aunque no es una inversión que destaque por su liquidez, el diamante ofrece ventajas como que 'es fácil de transportar y no requiere mantenimiento'.
El tamaño no es lo único que importa
'Los certificadores no están más de 10 minutos estudiando el color de una pieza'. Es un ejemplo de la dificultad de un trabajo, el de gemólogo, subrayada por Heraclio Besada, director del laboratorio Gemacyt. Lo hizo en la presentación de la colección de Maravillas de la Naturaleza, cuyos diamantes certifica mediante un grabado invisible a la vista.Besada recordó otros tiempos del mercado del diamante, en los que 'siempre se pedía el más grande', mientras que ahora se valoran otras cualidades. Especialmente valorados son los de colores, los llamados fancy diamonds. El folleto de Maravillas de la Naturaleza cita un ejemplar rojo, de 0,95 quilates, por el que se llegaron a pagar unos 750.000 euros.