La cesta de la compra se actualiza
Cada mes los técnicos del Instituto Nacional de Estadística (INE) recogen, de más 30.000 establecimientos distribuidos en 140 municipios, los precios de 484 productos que conforman el carro de la compra modelo de los españoles. Con esos datos, y aplicando una serie de cálculos, se elabora el Índice de Precios de Consumo (IPC) que mide la evolución de los precios de los bienes y servicios del país, lo que nos cuesta la barra de pan o la factura del teléfono, y que se usa como referencia para actualizar salarios, alquileres o pensiones.
Pero los españoles no compramos siempre igual. Las pautas de consumo van variando y los ciudadanos sacan productos de su carro de la compra, introducen nuevos y varían el dinero que gastan en cada partida (alimentación, vestidos, ocio, transporte, tecnología, etcétera). Para adaptarse a estas variaciones, el INE realiza periódicamente cambios en el listado de productos que configuran la cesta de la compra, su peso dentro de la misma (ponderación), la muestra de municipios y los establecimientos donde se recogen los precios.
Y este año toca actualizarse. El IPC del mes de enero, cuya publicación se ha retrasado hasta el día 20 de febrero, se calculará teniendo en cuenta nuevos productos, municipios y establecimientos, y con una metodología revisada. Estos cambios, que el organismo aún no ha detallado, estarán vigentes hasta el año 2011.
El IPC de los expertos
Ante estas modificaciones, de menos calado que las de 2002 cuando el indicador se renovó por completo con el sistema IPC-2001, los expertos consultados por CincoDias.com coinciden en destacar la calidad de la estadística y la necesidad de hacerla lo más cercana posible a la realidad del consumo del país.
“El IPC mide la evolución del nivel de precios de bienes y servicios de consumo en un país”, explica Gregorio Izquierdo, director del servicio de estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE). “Los cambios que se produzcan en la cesta de la compra (la muestra de artículos de la que se recogen mensualmente los precios) la hará el índice más representativo”, añade Izquierdo. Carlos Maravall, de Analistas Financieros Internacionales, adelanta que los cambios que se preparan “son pequeños” y cree que, en general, el sistema de cálculo y la composición del índice son “razonables”.
Julián Cubero, economista jefe para España del servicio de estudios de BBVA, considera “necesario que el índice se adapte lo mejor posible a los cambios de los patrones de consumo de la gente, que se dé la importancia adecuada a los productos conforme pasan los años”. La parte menos “positiva” de estos cambios, según Cubero, es que se pierde algo en las comparaciones (con las series anteriores), aunque “se gana en actualidad”.
De hecho, según explica el INE, a la hora de cambiar la composición o la metodología del IPC pesan dos factores: la representatividad y las comparaciones. Si la base permanece sin variar mucho tiempo, el IPC se convierte en una medida menos correcta de la inflación. Pero, si se realizan cambios en los elementos que definen el índice con demasiada frecuencia, la comparación con otras series pierde validez.
¿Qué se podría mejorar?
Pero los expertos, que coinciden en calificar el indicador como una “buena herramienta”, tienen también algunas pegas que poner. Para empezar, Izquierdo señala lo que se denomina sesgo de sustitución. “Cuando va subiendo el precio de un bien, las familias pueden dejar de consumirlo. Es difícil contemplar estas variaciones y se puede obviar que en el pasado fueron productos más representativos”.
“Hay productos que se quedan desfasados y que deben eliminarse, y otros que tienen que añadirse con el paso de los años”, explica Cubero. Un ejemplo de un producto desfasado puede ser la maquina de coser, mientras que en las novedades deberían entrar los últimos productos tecnológicos. æpermil;ste es, precisamente, uno de los objetivos de los cambios en el contenido de la muestra de productos o cesta, en la que, por ejemplo, estos productos deberán ganar peso con los cambios.
El otro hándicap es la dificultad de reflejar los cambios en la calidad de los bienes. “Van aumentando los precios de algunos bienes, por ejemplo de un ordenador, pero aumenta más su calidad. En realidad, por el mismo dinero, o incluso menos, compramos mejores equipos y eso el IPC no lo reconoce”, explica Izquierdo. Para Carlos Maravall, podrían mejorarse dos partidas: el gasto en educación y una separación más clara de lo que representan los servicios financieros.
La vivienda en el IPC
Sobre el tema de la vivienda, el IPC no contempla el gasto que una familia hace en la compra de un inmueble, Izquierdo considera que es adecuado porque "si se introduce el gasto en vivienda, que también tiene un fuerte componente de ahorro, el índice sería otra cosa". "Queda perfectamente reflejada a través de su uso", añade Izquierdo. EL IPC sí contempla el alquiler, los gastos de conservación de la casa, la compra de muebles o el importe de la calefacción, el alumbrado y el agua. Cubero coincide en este análisis y creo que el tratamiento de la vivienda es adecuado. "Introducir en España la vivienda en el IPC, añade Cubero, haría difícil la comparación con el índice de otros países donde su peso en el gasto familiar es menor".