Balnearios con el encanto de la Belle æpermil;poque
Puente Viesgo, Solares y Santander forman un triángulo de aguas marinas y termales que garantizan relax y buena gastronomía Escapadas por España
El silencio de los balnearios y el abandono de los baños de vapor, tan frecuentados por la nobleza española del siglo XIX y principios del XX, se han convertido en reclamo para aquellos que buscan tranquilidad entre el verde de Cantabria. Solares, bien conocido por su agua mineral, o Puente Viesgo, lugar de concentración predilecto de numerosos equipos de fútbol, han recuperado el esplendor de épocas pasadas y combinan en sus instalaciones el mármol y el hierro forjado, tan del gusto art decó, con las más avanzadas técnicas de tratamiento termal.
Varios tipos de agua en un radio de acción de apenas 30 kilómetros, ya que, de las propiedades del agua termal y mineralizada, se puede pasar también al efecto revitalizante del agua del mar. El Hotel Real, emblema en el perfil de la ciudad de Santander, intenta recuperar la memoria de los baños de ola o baños de mar que en su día pusiera de moda Isabel II y también incluye un spa entre sus instalaciones. Su apuesta es por la talasoterapia, es decir, por el uso terapéutico que ofrece el medio marino. Algas, barro, arena y agua para mimar el cuerpo a orillas del Cantábrico y a una suave temperatura.
Mientras que Isabel II se sometía a los rigores del frío agua del Cantábrico para aliviar sus problemas de piel, como el resto de los mortales de cualquier época, la talasoterapia calienta el agua de mar a 32 grados para exprimir sus propiedades terapéuticas. No en vano, los gurús de la talasoterapia destacan la gran similitud entre el plasma sanguíneo y el agua del mar, lo que ya explicaría por sí solo el efecto vivificante que tienen los baños de unas sencillas vacaciones de verano.
El agua ha demostrado sus cualidades benéficas para el cuerpo a lo largo de la historia y en las más diversas culturas. Escandinavos, turcos y herederos de la Roma Clásica han sabido aprovechar el poder benefactor del agua y su capacidad para relajar cuerpo y espíritu. Los balnearios y spas de Cantabria recuperan esa herencia e incorporan a sus instalaciones la sauna finlandesa, el baño turco de vapor y las termas romanas. Aunque el gran protagonista es el jacuzzi.
Circuito termal
Las burbujas y su efecto relajante se hacen imprescindibles en las piscinas. El bañista deberá seguir un circuito en el que las actividad del jacuzzi va variando de intensidad y en el que también se intercalan los denominados cuellos de cisne, o chorros de agua a presión con los que masajear la espalda. El cambio de temperatura del agua es otro de los elementos con los que juega el spa, que sugiere también una rápida inmersión en agua fría con la que activar la circulación. Un fin de semana en temporada baja en uno de estos hoteles-balnearios de Cantabria, con circuito hidrotermal incluido y régimen de media pensión, puede costar entre los 200 y 250 euros por persona. El sinfín de ofertas adicionales y tratamientos terapéuticos sólo dependen ya de la imaginación y el bolsillo.