Los verdaderos beneficiados
Ante la encendida defensa de los actuales accionistas de Endesa en la resolución de las opas, el autor reivindica el compromiso de la empresa con sus trabajadores y con la sociedad, y expresa sus dudas sobre el cumplimiento de los compromisos anunciados por Eon.
Frente a la llaga de los tópicos, las frases hechas y los sintagmas vacíos que sirven en el discurso empresarial para anestesiar el conocimiento de atropellos cometidos y de daños producidos por incompetencia o por mala intención, del tipo 'defendemos el derecho de los accionistas' o el de 'por fin los accionistas tendrán la decisión final', y refiriéndonos a las opas sobre Endesa, creo que se puede matizar, y mucho, en el sagrado respeto de esos directivos por sus accionistas.
Primero, cuando el lunes 5 de septiembre de 2005 Gas Natural se acordó de Endesa y formuló su oferta a los 'hoy risibles' 21,30 euros por acción, lo hizo elevando el precio, sobre el valor de cotización al viernes 2 de septiembre, en un 15% que, de fijarnos en la cotización media de los seis meses anteriores, suponía un 20% de elevación sobre la misma. ¡Qué poca memoria nos queda a todos del performance del valor Endesa durante aquellos años!
Tal vez es la misma pérdida de memoria de cómo a finales de mayo de 2004 los periódicos recogían el entusiasmo de unos señores, presidente y consejero delegado de la eléctrica, que veían en la posible fusión con Gas Natural toda suerte de sentido y racionalidad económica y de ventajas comunes a una y otra compañía.
¿Qué será de ese accionista que pacientemente, durante años, hasta que llegaron las opas, sufrió de un mal dividendo y de una peor cotización? ¿Qué será de quien, necesitado o desesperado ante la incapacidad de ver generar valor, vendió antes de septiembre de 2005?
Pero el discurso también tiene su gracia cuando se piensa en la encendida defensa del accionista actual, el que presuntamente se va a beneficiar de un valor que duplica (¿37¦euro; o más?) el de 2005, gracias no parece que a la gestión del negocio ordinario de la compañía, sino a las opas.
El accionista de Endesa, salvo muy contadas excepciones, ya no es el de septiembre de 2005 ni, probablemente, el de principios o mitad de 2006. El accionista de hoy es el que compró al accionista sufridor y, básicamente, es un mero especulador que, incluso, ha entrado y salido del mismo valor en una o en varias ocasiones y que ahora está posicionado -sentado sobre la plusvalía que ha obtenido de ventas anteriores- ante la perspectiva de un nuevo tirón final en las opas.
En un simple análisis, al alcance de cualquiera, se puede comprobar que el capital circulante de Endesa, es decir, excluyendo el de los accionistas fijos (Caja Madrid y Axa desde 2005 y Acciona sólo en la parte final de 2006) ha cambiado hasta cuatro veces de manos, porque la rotación media de todo el free float ha sido de 89 días, es decir, se ha negociado diariamente un 1,1% del total. Pero, y es muy importante, el 75% del volumen negociado lo ha sido a precios inferiores a 27,5 euros por acción (antes de la llegada de la oferta de Eon, el 21 de febrero de 2006), por lo que lo lógico es suponer que los accionistas que vendieron entonces fueron los menos sofisticados, los individuales que probablemente compraron sus acciones en la privatización de Endesa, y sus compradores fueron los que acudieron a ganancias con riesgo, los hedge funds o fondos especializados en este tipo de situación. Los volúmenes negociados desde la llegada de Acciona suponen sólo el 25% del volumen total negociado del free float de Endesa desde el 5 de septiembre de 2005 y puede pensarse, con certeza, que vendedores y compradores ya son, sólo o básicamente, los mismos hedge funds, que permanecen aún hasta agotar el riesgo confortablemente sentados sobre las ganancias ya acumuladas.
Pero a la vez y para que no caigamos nosotros en lo que criticamos, en la ceguera del becerro de oro, en que todo lo que reluce vale y, por ello, que sólo el interés del accionista -aunque sea del perfil que hemos descrito- es lo que vale, tomemos otra perspectiva.
Una empresa, y más aún cuando se trata de una utility y además una de las grandes, tiene un compromiso inmenso, tanto o mayor que el de su beneficio económico anual -y, desde luego, por encima del de su cotización-, frente a sus miles de empleados, pero también frente a la sociedad en la que es acogida y en donde despliega su actividad, o sea, proveedores, clientes, consumidores y territorios donde se emplaza, de todos los cuales recibe lo que es y a quienes adeuda, al menos, parte del retorno de su actividad económica.
¿Es que ya nadie hablará más de ellos? ¿Es que los viajes de los directivos de Endesa a Andorra (Teruel), a Mugardos y a As Pontes, y a otras muchas centrales y autonomías, garantizando -y solicitando- ayuda para su proyecto y para hacer frente a la 'contaminación catalana' ya no se recuerdan? ¿Van a cumplirse por Eon los compromisos territoriales de inversión, por ejemplo, en Canarias? ¿Van a seguir contratándose empresas españolas para la construcción de las próximas centrales de Endesa o se llamará a las grandes empresas alemanas? ¿Se planificará la entrada y suministro de gas argelino en España, el del Medgaz, pensando sólo en los intereses españoles o se compartirán con los protegidos intereses de Ruhrgas?
Con estas preguntas y con todas las que se les susciten a ustedes, ¿podrá aún afirmarse, sin ofuscación, que la previsible solución de la opa sobre Endesa habrá sido un gran éxito de sus directivos, frente a sus accionistas antiguos, frente a sus empleados, frente a los intereses generales de los españoles (esos que de boquilla defiende todo el mundo) y que todo habrá valido la pena ante los casi 40 euros que podrá cobrar hasta el último de los hedge funds?
Ricardo Bauluz. Socio de PMMB, Asesores Financieros