Henry Blodget y el elefante rosa
Henry Blodget no es sólo un comentarista de Bolsa. Tampoco es solamente un ex analista de mercados que puso cara a algunos de los peores vicios -en términos financieros, se entiende- de la etapa de la burbuja. Es un icono. Cuando alguien quiere hacer referencia a lo parcial y engañoso que puede llegar a ser un informe de Bolsa, recurre a Blodget. Cuando se escribe un 'qué fue de...' se piensa en él. Ahora se ha convertido en una especie de animador, ofreciendo sus visiones sobre el mercado y escribiendo un libro sobre cómo invertir.
Sin embargo, el papel de determinados expertos del mercado a la hora de inflar más y más la burbuja tecnológica era evidente por aquellos tiempos. Quienes debían enfriar la euforia a golpe de números echaban gasolina al fuego. Y todo el mundo lo sabía. Era el elefante rosa de la habitación, ese hecho obvio y evidente pero que nadie quiere nombrar. Y, sin embargo, uno de sus protagonistas sigue, casi cinco años después, siendo el icono de aquella época de dinero fácil y consejos interesados.
Obviamente llegarán más elefantes rosas al mercado de valores. Pero este mundillo tiene una especial resistencia a reconocerlos, pues los actos de sinceridad sólo son rentables a largo plazo. Pero en el día a día, tratar de destapar las vergüenzas de las finanzas podía privar al gestor de turno de un buen pellizco. Una de las características de las burbujas es, de hecho, esta capacidad para fortalecerse de forma endógena, sin atender a razones externas.
El principal problema, en este sentido, es que el papel lo aguanta todo, y que con artificios supuestamente objetivos se enmascaran valoraciones infladas. Que en algunos casos, como el de Blodget, responden a un conflicto de interés, pero que en la mayoría obedecen sólo a la seducción del dinero.
El mercado, de hecho, siempre parece estar correctamente ajustado. Los precios objetivos manejados por los analistas suelen estar un poco por encima de las cotizaciones. Pero no demasiado. Sin embargo, ya sea en el sector eléctrico, en el constructor o en ambos a la vez las cotizaciones se disparan, algunas se duplican, y aparentemente no pasa nada. Las valoraciones se reajustan y todo vuelve a una normalidad aparente y, sobre todo, efímera.