Bush plantea reformar la salud con subidas de impuestos
Acosado por la baja popularidad de su política exterior, el presidente de EE UU ha decidido entrar de lleno en las cuestiones de política nacional en las que hasta ahora han llevado la iniciativa la oposición demócrata y los gobiernos de muchos estados. El primero de ellos, la reforma del sistema de salud. George Bush, que ayer por la noche pronunciaba su discurso anual sobre el estado de la Unión, incluyó en esta alocución una propuesta para aumentar la cobertura sanitaria. En algunos casos la propuesta, cuyas líneas generales se dieron a conocer el fin de semana, acarrea una subida de impuestos.
El plan se apoya en una serie de incentivos fiscales para los que no tienen seguro privado o tienen bajos ingresos y no se los pueden permitir. A la vez, se aumenta la presión fiscal sobre los que tengan programas de salud que excedan un determinado valor. Es la receta para hacer esta propuesta neutral desde el punto de vista presupuestario (ni más ingresos ni más gastos) ya que la mayor factura fiscal cubrirá los incentivos. La propuesta se completa con el desvío de fondos federales hasta ahora destinados a financiar parcialmente hospitales y asilos a los Estados para subsidiar con ellos la suscripción de seguros para las clases bajas.
La propuesta lleva dos días siendo fuertemente criticada por quienes como los sindicatos y responsables políticos de ambos partidos que la ven como una subida de impuestos en las clases medias ya que hay muchos trabajadores mayores en industrias que tienen estos seguros más caros. Muchas veces el valor del seguro depende del riesgo, de la edad y del Estado en cuestión. También en el partido republicano, que le ha apoyado siempre en sus recortes, se cree que esto es una subida de impuestos encubierta por lo que se esperan pocos apoyos a la Casa Blanca.
La discutida propuesta estaba previsto que se uniera ayer en este discurso a otras que pueden tener más aceptación. Una de ellas busca rebajar la dependencia energética del país. Bush, que ya dijo el año pasado que EE UU era adicta al petróleo quiere que el consumo de gasolina baje un 20% en 2017, endurecer los estándares de emisiones y patrocinar la búsqueda de energías alternativas.
Bush llegaba ayer a este discurso programático siendo uno de los presidentes peor valorados de la historia contemporánea en buena medida por la situación en Irak.