La sorpresa de enero en Alemania
Cuando España entró en la Comunidad Económica Europea, ahora llamada UE, tuvo que poner en marcha el IVA. Son las siglas de Impuesto sobre el Valor Añadido, pero la palabra, de puro manida en los meses anteriores y posteriores a la entrada en Europa, se convirtió en nombre común. Hasta el punto de que en la gala de fin de año de 1985 en Televisión Española se cantaba un tema titulado Que viva el IVA. Quizá no fuese para tanto, pero sí es cierto que introducir de un día para otro un impuesto que no grava precios o cantidades, sino conceptos como valor añadido no es un tema baladí.
En Alemania también andan en este cambio de año a vueltas con el IVA. Probablemente no le dediquen canciones, ya sea por el carácter alemán, por el absurdo de cantar a un impuesto o quizá, porque se lo han subido, y eso no suele gustar. El Ejecutivo de concentración nacional ha elevado la imposición sobre el valor añadido dentro de una reforma fiscal más amplia que, de forma paralela, reducirá el tipo del impuesto sobre la renta. Este alza, de tres puntos porcentuales, ha provocado, según los economistas, que los alemanes adelanten la compra de artículos -especialmente, y por razones obvias, de gran consumo- para ahorrarse un dinero.
Esto ha elevado el consumo y la actividad económica en el cuarto trimestre del año pasado y, según las previsiones, la resaca lastrará el crecimiento en el primer trimestre de 2007, pues nadie va a comprar nada que habría adquirido sólo por el cambio tarifario. De momento no hay evidencia del aumento de actividad en 2006, pero sí han mejorado las encuestas de clima laboral. Toda una paradoja pues, si todo el mundo sabe que el efecto es flor de un día, ¿por qué son más optimistas? ¿Acaso es posible que una subida de impuestos provoque un tirón de actividad temporal y eso sea la chispa de un dinamismo permanente?
Es mucho suponer. Citigroup comenta en su último informe que lo más probable es que, después de un eventual parón coyuntural, el crecimiento recupere pulso a lo largo de 2007. Algo que necesita, y mucho, la economía europea, sedienta de demanda. Si esto resulta así, el alza en el IVA será más un elemento de distorsión que un factor económico.