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CincoSentidos

Contemplar el cielo desde un Aston Martin

El V8 Vantage se refuerza con su secuela descapotable

Diversos rumores apuntan a que el grupo Ford estaría ultimando la venta de Aston Martin para generar liquidez. Y lo haría porque la firma de Gaydon (Inglaterra), que en su centenaria historia ha resistido nueve intentos de quiebra, es una de las más solventes de la división PAG. Parte de ese éxito radica en el V8 Vantage que debutó hace año y medio. De hecho, su producción concentra dos tercios de los modelos que salen de fábrica -unas 3.000 unidades/año-. Ahora, y para reforzar ese tirón llega la por muchos esperada secuela descapotable: el V8 Vantage Roadster. Curiosamente, no adopta la denominación Volante que desde siempre caracterizó a los Aston cabrio. Pero es que a diferencia de aquellos, con habitáculo 2+2, el recién llegado sólo ofrece espacio para conductor y acompañante.

En la zaga luce un cofre específico que oculta su capota de lona, de varias capas con sólido armazón interno, que se mueve de forma eléctrica. Ese espacio queda oculto por una tapa de doble «joroba» al más puro estilo roadster. Hay que señalar que la ausencia de cobertura fija no implica merma en la rigidez del vehículo. Al contrario, los refuerzos practicados a un bastidor que combina aluminio, acero de alta resistencia, magnesio y materiales compuestos, y que acrecientan la tara en 140 kilos, permiten que el V8 Vantage se vanaglorie de ser uno de los más sólidos de su clase.

Por otra parte, su peculiar arquitectura, con el motor por detrás del eje delantero -la dirección va anclada al último, también por detrás-, el cambio de marchas sobre el puente posterior -diseño Transaxle-, que es el de tracción, los asientos muy próximos a la carretera y el bajo centro de gravedad del vehículo, con masas suspendidas muy centradas, determinan un comportamiento deportivo y asequible incluso para conductores poco expertos.

Y por si fuese poco, el chasis juega con soluciones como unos frenos realmente mordaces o una suspensión independiente con doble amortiguación de aluminio. También añade control de estabilidad DSC.

En otras palabras: su dinámica es tan eficaz como la de la versión cerrada, lo que no podía ser de otro modo en un automóvil con motor de gasolina atmosférico 4.3 V8 de 380 CV -280 km/h de velocidad máxima-, acoplado a un cambio manual de seis marchas, duro y preciso, desarrollado por Graziano. En opción puede ser robotizado, con manejo secuencial desde levas en el volante. El coche, que pasa de 0 a 100 km/h en cinco segundos y requiere 15 l/100 km de promedio, llega a comienzos de 2007 y, si sucede como con la variante cerrada, su lista de espera, a pesar de una tarifa estimada en 130.000 euros, no bajará de año y medio.

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