Zapatero y Rajoy mantienen su divorcio frente a ETA
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no consiguió ayer el aval del líder de la oposición, Mariano Rajoy, para intentar encarar con éxito el final del terrorismo. Después de hora y media de reunión, el divorcio continúa.
Si se trataba de enviar a los ciudadanos el mensaje de una cierta lealtad institucional puede concluirse que la reunión de hora y media celebrada por Zapatero y Rajoy en La Moncloa se saldó con relativo éxito. Si, en cambio, lo que se valora es el nivel de acuerdo sobre la manera de afrontar el posible final del terrorismo, el balance no fue positivo. El presidente expresó su intención de apurar a fondo el llamado proceso de paz, mientras que el máximo responsable del PP le vino a decir que la rendición de ETA es condición previa e indispensable para cualquier tipo de aval al proceso. El divorcio, pues, continúa y tiene toda la apariencia de ir agrandándose a medida que se acerquen las elecciones.
Zapatero tenía claro desde hace días que a menos que se produjera en el encuentro con Rajoy un acuerdo sobre el final dialogado del terrorismo no comparecería ante los medios de comunicación para dar cuenta de la entrevista. Este cometido se lo encomendó ayer a la mujer que tiene más popularidad que él en las encuestas, la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, quien en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros priorizó la información sobre lo abordado por el Gabinete -programa económico de estabilidad, contingente de inmigrantes, la nueva tabla de retenciones en el IRPF...- sobre el contenido mismo de la entrevista entre Zapatero y Rajoy.
Al responder sobre esta última cita, la vicepresidenta se esforzó en transmitir la sensación de que el Gobierno no se ha movido un ápice en su hoja de ruta desde que ETA declaró el alto el fuego y se atendrá en todo momento al guión previsto. Este sólo lo conocen el presidente y unos pocos colaboradores suyos, como acaba de demostrarse tras el aparente parón registrado por el proceso a la vuelta del verano y su también aparente superación tras el supuesto encuentro celebrado la semana pasada entre intermediarios del Gobierno y de la organización terrorista en un país europeo.
Si se compensa la falta de información sobre la realidad del proceso con el ánimo que se percibe en el Gobierno y en el entorno del presidente desde hace, aproximadamente, una semana es evidente que prevalece el optimismo sobre el pesimismo. Fernández de la Vega reafirmó ayer la legalidad, el respeto al Estado de Derecho, el fin dialogado de la violencia y el recuerdo a las víctimas como principios a partir de los cuales construir el final de ETA. Y vino a decir que no se producirán atajos.
De los argumentos expuestos por Rajoy en la sede nacional del PP, se deduce que mantiene su desconfianza hacia los pasos que pueda dar el presidente. Consciente de las críticas que en medios de comunicación afines levantó su decisión de acudir a la entrevista, lo primero que hizo fue justificarse. Y lo segundo, seguir defendiendo que ETA debe rendirse a cambio de nada.
La baza electoral de Batasuna, clave básica
De la versión del encuentro difundida por el líder del PP, Mariano Rajoy, cabe deducir que la posible concurrencia de Batasuna a las elecciones municipales de mayo se ha convertido en una pieza básica del llamado proceso de paz. En parte, porque afecta a todos los actores del mismo. En el Gobierno se considera que si Batasuna facilita su legalización y participa en estos comicios se habrá dado un paso de gigante en el proceso porque lo hará casi irreversible.Por el contrario, Rajoy cree que Batasuna no debería poder concurrir a las municipales si antes ETA no anuncia el fin definitivo de la violencia ya que sería tanto como dar un cheque en blanco a la organización terrorista. El PNV, otro de los actores claves del proceso, también está pendiente de la presencia electoral de Batasuna porque le afecta de forma muy directa.