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CincoSentidos

Oportunidades para el ciudadano filantrópico

Las fundaciones cívicas canalizan las inquietudes de los particulares

Cleveland, 1914. El magnate John D. Rockefeller se enfrenta a las autoridades fiscales de la ciudad y decide trasladar sus negocios y su filantropía a Nueva York. Consciente de los efectos económicos que su marcha tendrá para la región, su amigo, el banquero y abogado Frederick Goff, idea un instrumento capaz de aglutinar los recursos económicos de un gran número de ciudadanos para dedicarlos a un fin común: el beneficio de la comunidad. Nace así la Cleveland Foundation, la primera fundación cívica de Estados Unidos.

Poco más de 90 años después los fondos de la Cleveland Foundation ascienden a 1.000 millones de dólares y la idea de Frederick Goff se ha multiplicado en 1.200 fundaciones cívicas independientes repartidas en 43 países a lo largo de todos los continentes. 'Una fundación cívica es un techo común bajo el que muchas personas pueden unirse para desarrollar sus inquietudes filantrópicas. Son fundaciones hechas por ciudadanos y para ciudadanos', explica Michaela Hertel, presidenta de la Fundación Bertelsmann en España.

La Fundación Bertelsmann ha puesto en marcha un programa para detectar y promover este tipo de iniciativas en España, donde por el momento no hay ninguna fundación cívica. 'Es el tipo de fundaciones que más crece en el mundo, pero en España no hay ninguna. Bertelsmann impulsó la primera fundación cívica en Alemania y en 10 años ya existen 115', apunta Hertel.

Como explica Shanon E. St. John, consejera del Synergos Institute, una institución benéfica no gubernamental, las fundaciones cívicas 'representan la democratización de la filantropía y la sitúan al alcance de todos los ciudadanos'. Es lo que ha sucedido, por ejemplo, en Banska Bystrica (Eslovaquia), donde tras 40 años de represión comunista hacia cualquier tipo de iniciativa privada o voluntaria, se ha creado una fundación cívica que moviliza a grupos de jóvenes para que ayuden con pequeñas donaciones a las organizaciones benéficas locales. O en Gütersloh (Alemania), donde la Gutersloh City Foundation celebra reuniones que permiten a ciudadanos de toda condición fijar las prioridades sociales que hay que acometer en la ciudad.

'En una fundación cívica una persona con 500 euros puede proponer la puesta en marcha de un servicio para ayudar a los drogadictos de su localidad; o alguien que tiene una madre con Alzheimer puede impulsar la creación de un centro para ayudar a estos enfermos', explica Michaela Hertel. También es una oportunidad para las pequeñas empresas, demasiado débiles económicamente para poner en pie una fundación propia.

El punto de partida ideal, en cualquier caso, es el de un grupo de personas con poder de convocatoria en su ámbito local que deciden formar un patronato. 'Suelen ser personas con credibilidad y peso en la comunidad', señala Hertel.

Una sociedad donde está mal visto triunfar sin dar

Michaela Hertel tiene claro que en la sociedad actual hay el suficiente terreno abonado para fomentar fundaciones cívicas. 'Con las nuevas tecnologías cada vez más gente hace oír su voz. La gente quiere hablar, ser escuchada, expresarse. La gente manifiesta un deseo de participar más, pero la sociedad no aprovecha ese impulso', señala Hertel. La directora de la Fundación Bertelsmann en España insiste en la importancia del compromiso cívico, más aún en el caso de los ciudadanos que a lo largo de su vida han logrado alcanzar un cierto éxito económico o profesional. No en vano uno de los lemas del fundador de Bertelsmann, Reinhard Mohn, alude a que 'propiedad obliga'.En ese sentido Hertel pone como modelo la tradición filantrópica de la sociedad estadounidense. 'En Estados Unidos es muy frecuente el involucrarse en este tipo de proyectos. Es una sociedad en la que está mal visto alcanzar el éxito y no participar en ningún compromiso social', señala. Y pone un ejemplo práctico. 'Conozco a gente en España que ha vuelto tras vivir varios años en Estados Unidos y que se preocupa por cómo van a crecer sus hijos aquí, por cómo van a emplear su tiempo libre, porque allí es normal colaborar con la comunidad, ayudar en comedores para gente sin techo y causas similares', concluye.

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