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CincoRed

La Web 3.0, ¿futura realidad o ficción?

La Web 3.0 ha entrado ya en el debate sobre el futuro de internet como la próxima etapa del sector. Aunque algunos expertos advierten que su antecesora, la Web 2.0, todavía no se ha consolidado.

En plena expansión de la Web 2.0, la actual corriente de negocios en internet basada en la aportación de contenidos por los usuarios y la generación de ofertas híbridas a partir de combinar datos de diferentes web, un nuevo fenómeno ha irrumpido en el sector: la Web 3.0. Un término que divide a los expertos entre quienes la sitúan como la próxima etapa del negocio y quienes creen que es sólo un nombre usado por los medios de comunicación, cuyo origen parecen disputarse The New York Times y Gartner.

Pero, la Web 3.0 no acaba de tener un significado claro, si bien ya se define como red semántica en la medida que los resultados de las búsquedas aportan significado. Para algunos teóricos es el triunfo del mundo virtual y de la inteligencia de las máquinas. Bajo estas nuevas tecnologías, se produciría una reordenación de todas las comunidades virtuales de tal manera que el usuario podría tener acceso a la información de todas ellas, que a su vez le llegaría de forma ordenada. 'El éxito total sería que la máquina dijera al final sí amo', bromeaba Ricardo Baeza-Yates, director de investigación de Yahoo en Europa, en un seminario esta semana sobre Web 2.0.

José Antonio del Moral, director general de la consultora Alianzo, señala que en la Web 3.0 (término que califica de 'abstracto') se produciría una unificación de las comunidades sociales para lograr que el usuario tuviera una sola identidad en internet. Otros expertos afirman que la Web 3.0 traería la revolución final del móvil como medio fundamental de acceso a internet por delante del ordenador personal.

En cualquier caso, la Web 3.0 no está consolidada, e incluso recibe críticas. Stewart Butterfield, fundador de Flickr, cree que es sólo una forma de hablar de algo que no se sabe que es: 'Podríamos hablar de 4.0, 5.0, 6.0... pero no tendría sentido'.

Este debate teórico se produce en un momento de generalización de su antecesora, la Web 2.0, de la que cada día se siguen planteando dudas sobre su rentabilidad. La mayor parte de los expertos apuesta por la publicidad como principal fuente de ingresos de las redes sociales y los blogs, que convertirían el número de visitas como reclamo para atraer a los anunciantes.

Este acercamiento a la publicidad les puede convertir en rivales de los medios de comunicación. Y éstos quieren hacer valer el poder de sus marcas como defensa. Parece que lo logran. Un informe de la Newspaper Association of America señala que los periódicos de EE UU aumentaron sus ingresos publicitarios originados por sus webs un 23% en el tercer trimestre (638 millones de dólares). Claro que, los periódicos quieren apoyarse en firmas de internet para ganar anuncios, y los ejemplos más claros son las alianzas firmadas por Google y Yahoo con grupos de diarios en EE UU.

En este contexto, muchas firmas de la Web 2.0 están en plena búsqueda de financiación. 'No es fácil porque el modelo de negocio no está claro', señalan fuentes del sector, quienes también tienen dudas sobre cual podrá ser la rentabilidad final que grandes firmas online como Google y News Corp. podrán extraer de las millonarias compras de Youtube y MySpace, respectivamente.

Quizá aún sea pronto, pero en medios financieros ya se ha aludido a la existencia de una burbuja, eso sí, menor a la del año 2000. Desde luego, todavía hay voluntad por acudir a la Web 2.0. Por ejemplo, el Gobierno de Taiwán aprobó esta semana un plan de subvenciones para empresas de internet por un importe de nueve millones de euros. Y no será el último. Lo que sí ha logrado introducir la Web 2.0 son revolucionarias formas de trabajo. Por un lado, el imparable crecimiento de blogs. Por otro, la llegada de los Mashups, herramientas que permiten reunir en una misma página los contenidos de distintas webs, o el crowdsourcing, técnica empresarial acuñada por el gurú Tim O'Reilly, por la que las compañías recurren a los usuarios para que realicen ciertas tareas. Sin duda, una revolución.

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