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Daniel Cardani

'Cuando se habla de inversión en arte hay que ser muy cauto'

Cuestiona que un producto que no tenga rentabilidad sea una inversión.

Feriarte cumple 30 años y estrena presidente. Daniel Cardani conoce la feria desde hace 19 años y en este tiempo ha apreciado una evolución tanto en la calidad de los servicios ofrecidos y de las obras expuestas como en el público, más entendido, más joven y con mayor poder adquisitivo. Destaca el ánimo comprador del público de Feriarte y recomienda cautela a la hora de hablar de inversión en el mercado del arte.

¿Los récords en las subastas internacionales van a afectar a Feriarte?

Yo creo que no, porque ése es un mercado internacional y el nuestro es doméstico. Hay optimismo, eso sí. No repercute en los precios, pero afecta al estado de ánimo, que es fundamental para comprar.

'Feriarte es una plataforma comercial más abierta que un negocio'

En cuanto a la subida de la Bolsa. ¿Los inversores pueden recoger plusvalías y dirigirlas al mercado del arte?

Los inversores tienen más disposición de fondos y son más ricos patrimonialmente. Tampoco es tan bueno una Bolsa tan alta, porque los accionistas no se plantean mover el dinero.

¿El público que va a Feriarte sabe lo que quiere o busca el consejo de los profesionales?

El público acude porque es un sitio de referencia para comprar antigüedades y obras de arte, lógicamente. Hay dos tipos de público, uno es coleccionista, que es conocedor, que siempre acude a los anticuarios y ferias de arte; otro es el comprador ocasional, que va buscando una obra concreta, de mobiliario, pintura o escultura. Acude a las ferias porque se siente intimidado por los comercios de antigüedades. En éstos certámenes te sientes con el derecho de preguntar, porque pagas una entrada o tienes una invitación. Es una plataforma comercial más abierta que un negocio. Allí el cliente siente una especie de inferioridad de conocimientos, esto influye mucho.

Su galería está especializada pintura de los siglos XIX y XX. ¿Qué autores españoles son los que más interés despiertan en el mercado internacional?

Del siglo XIX, el rey sería Sorolla, evidentemente. Los demás no tienen ese nivel de penetración. En el siglo XX, hay unos pocos autores que franquean la barrera de penetración del mercado internacional. Siempre han sido pocos los elegidos, en su día fueron Miró, Picasso y Dalí. Ahora, hay otros, Barceló es un caso claro. Cuando los coleccionistas internacionales aceptan al artista, este ya tiene otra cotización, otras perspectivas de mercado que no tienen nada que ver con el local. Saura, quizás es el último en dar el salto.

Cuando rompen la barrera, ¿perjudica al mercado doméstico?

Perjudica en cuanto que se encarece la obra del artista, y beneficia porque las garantías que el comprador tiene por esa obra son mayores, no se circunscriben a un mercado local. Un Tàpies tiene salida mundial, mientras que en el caso de un pintor local con una cotización de 150.000 euros, que ya es más que respetable, su liquidez va a depender de la coyuntura del país. Esto no es bueno como inversión.

¿Los anticuarios han recelado alguna vez de inversiones como las que han protagonizado recientes escándalos financieros?

No necesariamente. Son productos alternativos, el problema viene siempre por las valoraciones y la liquidez.

El negocio de las antigüedades tampoco es líquido y las valoraciones relativas.

Efectivamente, por eso cuando se habla de inversión en arte hay que ser muy cauto. Primero porque no hay rentabilidad, sólo se obtiene con la venta final, hay una revalorización, eso sí. En mi opinión, siempre hay que cuestionar que un producto que no tenga rentabilidad sea una inversión. Además, hay que estar muy asesorado. En el sistema anglosajón hay empresas importantes que se dedican a financiar inversión en obras de arte, algunas facturan billones de dólares. Si esto se llegara a establecer en España, se produciría un boom sin precedentes en el mercado del arte.

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