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Metalurgia

Ros Casares insiste en su oferta económica por Manises frente a las dudas de Bruselas

El grupo metalúrgico valenciano Ros Casares ha optado por mantener invariable su oferta económica por la fábrica de motores de Manises (Valencia), el último centro de Izar pendiente de adjudicación, pese al nuevo requerimiento remitido por la Comisión Europea pidiendo explicaciones sobre su propuesta inicial, ante la duda de que puedan darse ayudas de Estado encubiertas.

Fuentes conocedoras del proceso señalaron que, a la segunda petición de información solicitada por Bruselas en verano, Ros Casares ha respondido manteniendo la misma propuesta económica que ha defendido desde un principio para hacerse con el centro en el marco de la liquidación ordenada de los astilleros públicos de Izar.

La contestación se ha hecho llegar a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que es quien debe remitirla a la Comisión Europea. Desde el holding público se negaron a precisar si ya han enviado la respuesta a Bruselas y se limitaron a recordar que el plazo de comunicación concluye a finales de mes.

En el proceso de adjudicación de las plantas de Izar abierto por la SEPI, los grupo empresariales interesados debían incluir una oferta económica en la que se especificara el precio ofertado por los activos del centro, la plantilla de Izar que tenían previsto asumir y una oferta por finalizar la obra en curso. Este último punto es el que están analizando las autoridades comunitarias de competencia.

El problema estriba en que la valoración que, en su momento, hizo la SEPI de la cartera de trabajo en curso era de unos seis millones de euros, mientras que la oferta presentada por Ros Casares para que Izar le subcontrate esta carga asciende a unos 32 millones. Bruselas quiere descartar que pueda haber algún tipo de ayuda encubierta en el proceso, dadas las serias discrepancias en la valoración.

El retraso en la adjudicación de Manises pone en riesgo la viabilidad del centro y el futuro de sus 130 empleados, puesto que la planta sólo tiene carga de trabajo hasta finales de noviembre (dos motores marinos) y Ros Casares, el único posible comprador, teme perder los nuevos contratos ya apalabrados por esta demora.

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