'La paz y el perdón no deberían necesitar leyes'
El prestigioso hispanista norteamericano Edward Malefakis convocó en 1986 a 19 historiadores para reconstruir con la objetividad que da el tiempo la historia de la Guerra Civil española. Aquel esfuerzo colectivo, publicado primero capítulo a capítulo, en la edición dominical de El País y editado diez años después en forma de libro con el título La guerra de España. 1936-1939 vuelve a las librerías españolas revisado y ampliado.
El ensayo, reeditado por Taurus 'para contestar a los revisionistas franquistas', que según Malefakis, 'tienen hoy más fuerza que en el pasado', incorpora dos nuevos trabajos: La economía de la guerra civil, de Pablo Martín Aceña, y La Guerra Civil como Guerra Nacional, de José Álvarez Junco. Sus puntos de vista se completan con los de Hugh Thomas, Gabriel Jackson, Raymond Carr, Manuel Tuñón de Lara, Juan Pablo Fusi y Javier Tusell, entre otros. El propio Malefakis, profundo conocedor de la política agraria nacional, ha actualizado los tres capítulos que publicó en su día y ha escrito un epílogo donde, entre otras cosas, refuta las tesis revisionistas que se nutren, a su juicio, de intereses partidistas. A los revisionistas blandos, como él los llama, los hijos de la democracia que, sin ser franquistas, acusan a la República de propiciar con sus errores todos los males posteriores, les recuerda que el tiempo y las circunstancias hicieron imposible el triunfo de la democracia liberal.
Una cita de Manuel Azaña cierra el último capítulo. 'Si España está llamada a ser una sociedad sana y armoniosa, ha de fomentar la paz, la piedad y el perdón'. Son las palabras que utilizará el hispanista para explicar por qué, a su juicio, está de más una ley que intenta recuperar la memoria histórica. 'Yo preferiría que no se hubiera tramitado. Pero hay que entender a sus defensores. Esta ley nace de una realidad única en Europa: la brutal represión y censura franquista. Intenta contrarrestar el silencio que los vencedores impusieron al sufrimiento republicano. Aún así, su vigencia debe ser limitada. No debería prorrogarse más allá del año 2016. Después el Estado está obligado a ser neutral.'
'¿Por qué Azaña no censuró el asesinato de Calvo Sotelo? La historia sería otra'
Especial interés tiene la revisión histórica que el libro hace de la figura de Manuel Azaña. 'Es una figura llena de claroscuros. Durante cinco años seguidos fue el más activo de los progresistas, el líder de todos ellos, el defensor de las reformas; pero es nombrado presidente de la República y todo cambia: empieza a decir tonterías, como que se quiere retirar de la política y dedicarse a cuidar el jardín. ¡El presidente de la República! A veces pienso que hubiese bastado un gesto enérgico de Azaña para que se hubiese frenado la guerra'.
Según el historiador, cuando se produjo el asesinato de Calvo Sotelo, Azaña debería haber dicho públicamente que las ideas de Calvo Sotelo eran tan legítimas como las suyas. 'Tendría que haber garantizado que se perseguiría y se castigaría a los asesinos. ¿Y por qué no fue a Ginebra, por qué no explicó al gobierno de Gran Bretaña lo que estaba sucediendo?'.
De Franco, Malefakis destaca precisamente esto, su habilidad para no asustar a los ingleses.
'A la República le perdió su ambición'
Malefakis no cuestiona el compromiso de la República con la democracia liberal. 'Sus gobernantes intentaron llevar a cabo la revolución social dentro de los límites políticos de la democracia liberal, su error fue promover tantos cambios en tan poco tiempo. A la República le perdió su gran ambición. Debería haber priorizado los objetivos, y por supuesto, no haber puesto tanto empeño en llevar a cabo la reforma eclesiástica. Los políticos españoles han aprendido de aquellos errores, y espero que sigan aprendiendo. La Transición fue modélica en su país'.El hispanista cree que todo hubiera sido distinto si no se hubiera matado a los curas y quemado las iglesias, pero afirma que la institución debería preguntarse qué hizo ella antes para que tanta gente la odiase. ¿La imagen más cruel de la contienda? Paradójicamente, el episodio más cruel de la Guerra Civil es para Malefakis 'la represión salvaje, sistemática y duradera que se prolongó durante los cinco años siguientes a la rendición. Más de 50.000 españoles fueron ejecutados'. Los republicanos también tuvieron su episodio negro: la matanza de Paracuellos. 'Sinceramente, no creo que fuera Carrillo quien diera aquella orden. El suceso fue fruto del pánico y el terror'. Médico y primer ministro, Juan Negrín es para el historiador el político con mayor talla moral de aquellos años convulsos.