Los mercados revalidan su apuesta por Lula
Los sondeos le dan como vencedor en las elecciones, mientras los analistas colocan a Brasil como favorito entre los emergentes
Carisma a prueba de bomba. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva parte como claro favorito en las elecciones generales que se celebran este domingo, hasta el punto de que podría ser reelegido ya en la primera vuelta. El ex sindicalista ha demostrado ser inmune a los escándalos de corrupción que han salpicado su mandato y que se han reavivado en el último tramo de la campaña electoral. Pero la simpatía que Lula despierta entre las clases populares, y que le sirvió para alcanzar el poder, se extiende también a los exigentes inversores internacionales que, a diferencia de los comicios de 2002, no ven en el actual presidente amenaza alguna para las inversiones ni para el cumplimiento de la ortodoxia macroeconómica. Todo ello para alivio de las numerosas empresas españolas con negocios en el mercado brasileño. España es el segundo país con mayor inversión acumulada en Brasil, sólo por detrás de Estados Unidos, y Santander, Telefónica y Mapfre son las empresas españolas con mayor presencia en este mercado. El banco, que realizó una fuerte apuesta en noviembre de 2000 con la compra de Banespa por 3.550 millones de dólares, obtuvo de Brasil el 11% del beneficio consolidado del primer semestre. Telefónica obtuvo en Brasil el 15,1% de sus ingresos y el 16,5% de su oibda o resultado operativo.
Lula aspira a su reelección en un momento de bonanza económica para el país. Un informe elaborado por el Instituto Español de Comercio Exterior sostiene que 'Lula tiene a su favor para la reelección la situación general de la economía: reducción del paro, el reciente aumento del salario mínimo, inflación controlada y sector exterior saneado'.
La deuda brasileña ha conseguido este año la mejor calificación crediticia de su historia y se aproxima a entrar en la categoría de los rating de primera división, un salto que hace tan sólo un año los expertos demoraban para 2010. Standard & Poor's reconoce que las elecciones brasileñas no son ni mucho menos comparables a las de hace cuatro años y se hace eco del sentir general del mercado: el proceso electoral no inquieta a los inversores. 'La economía de Brasil se ha beneficiado de las extraordinariamente favorables condiciones globales desde 2002, como el resto de mercados emergentes', señala Standard & Poor's, que mejoró el rating de Brasil el pasado mes de febrero a pesar de la proximidad de las elecciones, 'reflejando que la economía está mucho mejor posicionada para resistir las sacudidas internacionales'. Prueba del respaldo de la comunidad financiera, JPMorgan afirma que el compromiso de Lula con las reformas pendientes pesa más que la agresividad mostrada por la oposición, que propone una drástica bajada de impuestos y de gasto público, dejando mucho más espacio a la iniciativa privada.
Descontada la reelección de Lula, la perspectiva con que el mercado contempla a la economía brasileña es halagüeña. Brasil aparece como uno de los mercados predilectos de las firmas de análisis para invertir en países emergentes, por delante de otros destinos como China, India o Rusia, el conocido como grupo de los BRIC. 'En la crisis del pasado mes de mayo, Brasil se comportó mejor que el resto, sus perspectivas son bastante buenas', señala Carmen de la Orden, responsable de emergentes del servicio de estudios de Caja Madrid, que recuerda en todo caso que la inversión en Brasil, como en el resto de emergentes, entraña mayores riesgos y queda ahora pendiente de la fortaleza que muestre Estados Unidos.
el haber y el debe
Los logros. Lula ha aprovechado la favorable coyuntura internacional de los últimos cuatro años para sanear la economía del país. Los tipos de interés han caído del 23,5% de 2003 al 14,25% actual, al tiempo que la inflación se ha moderado desde el 14,7% acumulado a ese año al 6,9% de dos años después. El presidente brasileño no ha dudado en sacrificar gasto social (anunció esta semana un recorte de 727 millones de dólares) por una estrategia a medio y largo plazo que está propiciando un crecimiento económico menor que el de sus rivales emergentes.Los retos. La aspiración anunciada por Lula al llegar al poder era conseguir que, finalizado su mandato, todos los brasileños pudieran desayunar, comer y cenar. 'Es la misión de mi vida', declaró. Pero la pobreza persiste en Brasil y Lula aún tiene pendiente el desarrollo de su agenda social. Soporta por ello las presiones internas de su propio partido, que van a dificultar su segundo mandato y en el que además deberá enfrentarse a unas relaciones enquistadas con la oposición, con acusaciones cruzadas de corrupción.