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Comicios

La estabilidad favorece la reelección de Lula

Líder histórico del sindicalismo brasileño, Lula ha conseguido en cuatro años de presidencia que la economía se haya convertido en su aliada y sea uno de los factores que avalan su Gobierno, pese a los casos de corrupción que han salpicado a su Gabinete. El último, que se conoció el pasado viernes, supuso la destitución de su jefe de campaña y presidente de su Partido de los Trabajadores (PT).

Con la inflación controlada, la reducción de la deuda, la moneda revalorizada y el superávit fiscal y por cuenta corriente en máximos, nadie tiembla ante la posibilidad de otros cuatro años de Gobierno de izquierdas. 'La economía se ha estabilizado y ha dado más comodidad a la población, lo que es determinante para la intención de voto', explica Sandra Utsumi, economista jefe de BES Securities, en São Paulo.

Todas las encuestas dan a Lula, que se presenta por el PT, vencedor en la primera vuelta con el 49% de los votos, frente al 30% de su principal rival, Geraldo Alckmin, candidato por el conservador Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Ahora parece absurdo el pánico que cundió entre los inversores por el llamado 'efecto Lula' hace cuatro años, cuando el riesgo país se disparó hasta 2.500 puntos y el real se cambiaba a cuatro dólares. Hoy el riesgo país está en 243 puntos y el real se cambia a 2,20 dólares. Entonces, para calmar los ánimos, el presidente dirigió una Carta al Pueblo Brasileño, que en realidad estaba dirigida al mercado financiero, comprometiéndose a llevar una política económica de continuidad sin espacio para aventuras.

Y cumplió lo prometido. Según Utsumi, 'en política monetaria y control de la deuda logró ser hasta más ortodoxo que el Gobierno anterior de Fernando Henrique Cardoso, del PSDB'.

Lula se impuso un superávit fiscal superior al estipulado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que le obligaba al 4,25% y lo ha mantenido pese a haber cancelado anticipadamente toda la deuda del país con el organismo.

Uno de los mayores éxitos ha sido alejar el fantasma de la inflación en un país donde llegó a superar el 2000% en los 90. En 2002 el IPC era del 12,5% y este año se prevé que cierre en torno al 4%. La contención de los precios permite que las familias recuperen su capacidad de consumo, ayudadas además por la reducción del paro, que afecta al 10,5% de la población activa.

Otro de los logros alcanzados ha sido la disminución de la dependencia externa por la explosión de las exportaciones, que ha hecho que la balanza comercial, deficitaria en 2000, pase a registrar récord de superávit. Esa coyuntura exterior favorable es, según algunos analistas, la principal razón de los logros económicos. 'El Gobierno tuvo la suerte de que el precio de materias primas como el café o la soja subiera mucho, lo que propició el superávit. No fue su política interna, sino la coyuntura mundial', opina Flavio Lemos, director de la consultora Trade Brasil.

Lemos critica que el Gobierno no ha conseguido realizar las reformas laboral y tributaria necesarias para que el país crezca. Además, los tipos de interés tampoco ayudan. Pese a que en la 'era Lula' han caído del 25% al 14,25%, Brasil tiene aún el tipo real más alto del mundo. Son las asignaturas para el próximo mandato.

El crecimiento es la asignatura pendiente

Estabilidad económica, superávit fiscal y comercial, revalorización de la moneda… pero suave avance del PIB. Frente al 5% anual que Lula prometió en 2002, la actividad ha mantenido un crecimiento mediocre, del 2,5% de media. De hecho, el FMI ha advertido que Brasil es el país que menos crece entre los emergentes. Cuando países como China lo hacen a ritmos del 10% impulsados por la coyuntura externa, Brasil no está aprovechando la situación. Lula ha sido muy criticado por conformarse con seguir la política anterior. 'No ha sido capaz de ejecutar acciones que impulsen la actividad', dice la economista Sandra Utsumi. La presión fiscal, del 37% del PIB, y la interminable burocracia perjudican las inversiones. El plazo para crear una empresa es de 300 días, el doble que en China o India. El Gobierno, entre tanto, continúa optimista. Prevé que el PIB avance este año un 4% y un 5% el próximo, estimaciones que han servido de base para realizar los presupuestos, aunque los analistas no esperan más de un 3,5% para este ejercicio y un 4% para 2007.

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