Una agenda moderada para suavizar la vuelta al trabajo
La forma más recomendable de reintegrarse al trabajo y a las obligaciones cotidianas es hacerlo gradualmente. No recargar la agenda desde el primer día es el consejo que más se escucha entre los expertos, ya sean sociólogos, psicólogos o profesionales de recursos humanos, cuando se pronuncian sobre los problemas que sufre una parte importante de la población a la vuelta a su puesto de trabajo tras las vacaciones estivales. Y también es una de las recetas para que ese retorno a la realidad comience con buen pie, porque puede ser peligroso empezar el curso con un sentimiento de agobio y de que se ha entrado en un profundo bache nada más comenzar.
Para José Ramón Pin Arboleda, profesor del IESE, ese aterrizaje suave, siempre que sea posible realizarlo, es el camino más idóneo para evitar el shock que en ocasiones se produce al regresar el ritmo de la vida normal. Además, cita un truco para ponerlo en práctica: 'antes de irse de vacaciones preparar la agenda de entrada con las tareas que más gustan y con las menos rutinarias'. En esta línea, Julio Alonso, director de Right Management, recomienda una pauta de comportamiento que tiene un sentido especial en España, en donde se tiende a alargar la jornada laboral. Y es que aconseja irse del trabajo cuando se ha cumplido con el horario y evitar, al menos en los primeros días, las diez u once horas de trabajo. Alonso se une a los que se pronuncian a favor de 'una agenda más suave para empezar la temporada'.
En esta táctica se deberían incluir, asimismo, las comidas de trabajo y las reuniones interminables. Pero también incluso las actividades paralelas que suelen abandonarse en las vacaciones: ir al gimnasio, jugar al pádel o las clases para mejorar un idioma. 'Esas tareas adicionales, aunque sean agradables, es mejor también tomárselas con calma', añade Julio Alonso.
En la medida de lo posible es mejor empezar el curso con las tareas menos rutinarias
Desde su experiencia personal como directivo, Antonio Martín-Calderín, director general de SonoSite Ibérica, se pronuncia igualmente a favor de retomar el ritmo de trabajo y las tareas adyacentes de forma escalonada, ya que los cambios bruscos pueden producir problemas físicos y psíquicos. No obstante, destaca que esas reacciones, aunque tengan una lógica poco cuestionable, como es el rechazo a la rutina, los horarios y las obligaciones, pueden deberse a otras causas. 'Yo he sufrido esos problemas en un trabajo anterior, porque no me gustaba. No me apetecía volver, y ahora es diferente. Los problemas en la reincorporación son inversamente proporcionales a la integración en las tareas que se realizan', añade.
Los datos reflejan, sin embargo, que se trata de una reacción bastante generalizada. Así, según un encuesta realizada por Alta Gestión, compañía de selección de personal, el 71% de los empleados reconoce que le resulta difícil reincorporarse a al actividad laboral después de las vacaciones de verano. Aunque el porcentaje que cree que sufre de estrés posvacacional se reduce al 46%. Tal vez por esos sentimientos, la vuelta de septiembre es uno de los momentos que más son aprovechados para plantearse objetivos relacionados con la mejora de la formación y el cuidado personal.
¿Pero este síndrome es una moda más de una sociedad aficionada a la psicología o se trata de una cuestión que siempre ha existido? Los expertos, aunque estiman que puede agudizarse con la vida en las grandes ciudades, destacan que ahora se es más consciente de este problema. 'Es una realidad que ahora se conoce más porque se está divulgando a través de los medios de comunicación', agrega Pîn Arboleda. Respecto a que esa reacción pueda deberse a la falta de motivación, da un consejo: 'Si no puedo hacer lo que me gusta, tengo que hacer que me guste lo que hago'.
La vorágine urbana, el peor factortemores y crisis
Existen aspectos cotidianos que afectan de forma más negativa a la moral que el trabajo en sí, según destacan expertos como Julio Alonso, director de Right Management en España. Y manifiesta que son básicamente la vuelta a la rutina y a los problemas que conlleva la vida en las grandes ciudades. 'Cuando ya llevamos varias semanas en atascos en calles o carreteras, con horarios laborales y obligaciones familiares recargados es posible que no nos demos cuenta, pero a la vuelta sí: los notamos con más claridad', señala. Los trayectos de más de una hora para ir de casa al trabajo y de otra hora para hacer el camino inverso son más penosos después de las vacaciones. Por ello, y en la medida que ésa sea una realidad inevitable, es cuando resulta más importante intentar no recargar la agenda, ni siquiera de actos más lúdicos.Esas circunstancias, a juicio de Julio Alonso, son las que hacen que los habitantes de las grandes ciudades sufran más del llamado síndrome posvacacional en relación a las personas que viven en localidades más pequeñas. Pero, en su opinión, otra de las claves para no sucumbir a la vuelta es planificar bien las vacaciones, aunque esto a veces sólo sea ya una intención cara al próximo año.'En profesiones liberales no se desconecta tanto del trabajo en vacaciones porque se mantienen ciertos intereses, y aunque esto pueda parecer a primera vista un inconveniente, tiene sus aspectos positivos', señala José Ramón Pin Arboleda.