Joan Clos deja la alcaldía de Barcelona para ocupar la cartera de Industria
El actual alcalde de Barcelona, Joan Clos, sustituirá a José Montilla al frente del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, notificara al Rey su decisión tras la audiencia que está prevista para las 19 horas en Palma de Mallorca, en el palacio de Marivent. La publicación del nombramiento se hará, probablemente, el 8 de septiembre. Como futuro alcalde de Barcelona hasta las elecciones de mayo se perfila Jordi Hereu, actual concejal de Seguridad y portavoz municipal, muy bien situado en el PSC.
Montilla anunció ayer que dejaría su cargo antes del 11 de septiembre, (Diada de Cataluña), para optar a la Presidencia de la Generalitat como candidato del PSC. Su sucesor lo pactó con el jefe del Ejecutivo a finales de julio.
Joan Clos, de 57 años y titulado en Medicina, es alcalde de Barcelona desde septiembre de 1997, cuando sustituyó a Pasqual Maragall, y revalidó el cargo en las elecciones municipales de 1999 y en las del 2003 tras pactar el PSC con ERC e ICV. El alcalde de Barcelona ya sonó como posible ministro en el año 2000, después de que el 1999 obtuviera sus mejores resultados electorales y se convirtiera en uno de los baluartes del socialismo español. Sin embargo, su llegada a Madrid llega en un momento en el que su figura ha sido cuestionada, después de las últimas municipales, cuando los socialistas catalanes sufrieron un serio varapalo y quedaron en manos de sus socios de ERC e ICV.
Difícil tarea al frente
Clos tendrá que hacer frente en la cartera de Industria a la difícil situación creada en el sector eléctrico, donde la compañía Endesa ha sido objeto de las OPAs de Gas Natural y EON y el conflicto que ha enfrentado al Gobierno español con las autoridades de Bruselas. Las expectativas no cumplidas en cuanto a relevancia internacional e interna del Fórum de las Culturas, según fuentes municipales, ha pasado factura a Clos, así como los problemas domésticos de Barcelona que han oscurecido el brillo que le aportó la organización de los Juegos Olímpicos de 1992, conseguidos durante la etapa de Maragall.
La crisis del Carmel y la polémica ordenanza sobre el civismo, que enfrentó a los partidos del tripartito municipal, también han contribuido a su desgaste.