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A fondo

Metrovacesa, una batalla con armamento pesado

El mercado inmobiliario español, en pleno proceso de integración empresarial, asiste al espectáculo chusco que el principal accionista de Metrovacesa, la familia Sanahuja, con el 24,29% del capital, y el presidente, Joaquín Rivero, que controla el 6,66%, están ofreciendo este año.

La guerra por el control de la primera inmobiliaria española y de la zona euro no sólo está dando una mala imagen de la compañía, impropia del líder de la UE, sino que está generando inquietud entre sus empleados y posiblemente también entre los bancos que financian sus operaciones; quizás únicamente provoque la congratulación de sus competidores.

El pasado marzo la familia Sanahuja, a través de la sociedad Cresa, lanzó una opa por el 20% de Metrovacesa ofreciendo 78,1 euros por acción, con el objetivo de hacerse con un paquete accionarial de la inmobiliaria inferior al 50% (un umbral que le obligaría a lanzar una opa por el 100%), pero suficiente como para controlar la compañía. Joaquín Rivero, principal artífice del liderazgo de Metrovacesa en los últimos cuatro años, respondió lanzando una contraopa por el 26% del capital asociado con Bautista Soler, que posee el 5,59% de la inmobiliaria.

Las luchas de poder en Metrovacesa ofrecen una imagen impropia de la primera inmobiliaria de la zona euro

La posible mejora de ambas ofertas se entregó la pasada semana en sobre cerrado; Rivero y Soler mantuvieron su oferta mientras que los Sanahuja han propuesto a la CNMV fórmulas para poder mejorar su opa inicial, de nuevo sin superar el límite a partir del cual deberían lanzar una opa por la totalidad del capital. La nueva oferta de Sanahuja contempla la posibilidad de vender un 0,3% para no llegar al 50% del capital y ofrecen 90 euros por título; una fórmula similar ya fue planteada por la familia catalana con anterioridad y recibió como respuesta de la CNMV una negativa, con lo que la nueva propuesta de los Sanahuja, en principio, tiene pocas perspectivas de prosperar. El organismo regulador del mercado decidirá sobre este caso en septiembre.

Hasta aquí, todo normal (si por normal puede entenderse una batalla en la que se ha puesto encima de la mesa cerca de un billón de las antiguas pesetas). Pero ¿tenían necesidad unos y otros de lanzarse acusaciones que prácticamente entran en el terreno de lo personal? En algunos momentos, la batalla por Metrovacesa parecía telebasura.

Así, los Sanahuja han acusado a Rivero y Soler de emplear información confidencial para financiar su contraopa. Además, insisten en la participación de Rivero en la quiebra presuntamente fraudulenta de Puerto Sherry. Por su lado, los aliados de Rivero ponen en duda la capacidad de inversión de la familia catalana y el mismo presidente ha revelado que Metrovacesa participa en una inmobiliaria presidida por Román Sanahuja, Globalmet, y de la que, dicen, no ha presentado las cuentas.

La imagen de Metrovacesa, o de su consejo de administración, está ahora por los suelos, algo que no se merece la primera inmobiliaria del país. Y tampoco el resto de inmobiliarias españolas: éstas han hecho un gran esfuerzo por comprar empresas e invertir en mercados extranjeros y la experiencia de Metrovacesa no va a caer en el olvido de grupos europeos que quizá se lo piensen dos veces antes de hacer negocio con los inmobiliarios españoles.

Pero eso no es lo peor: Rivero reconoció la pasada semana que directivos de la compañía han abandonado la empresa debido a las luchas internas. Y que Metrovacesa no ha participado en operaciones corporativas debido a la convulsión que existe en su seno. Parquesol ha sido opada por San José; el grupo Reyal ha comprado Urbis; e Inmocaral, con Luis Portillo al frente tras abandonar Metrovacesa, se ha hecho con Colonial; la distancia que antes mantenía Metrovacesa con sus competidoras se ha recortado y ahora Reyal, Fadesa y Colonial le pisan los talones. A pesar de todo, Rivero asegura que los resultados previstos de Metrovacesa para este año serán incluso mejores de lo esperado. El próximo mes informará sobre los resultados semestrales.

Quizá el problema que vive Metrovacesa es consustancial a su naturaleza: es un gigante creado a trazos, de una fusión a otra, de una compra de una compañía a otra. Este crecimiento a base de adquisiciones, además de elevar el endeudamiento de la compañía, propicia la creación de un consejo de administración advenedizo. De hecho, ha sido la salida de Portillo de Metrovacesa a finales de 2005 el factor que ha propiciado la lucha actual, al vender el empresario sevillano sus acciones a los Sanahuja y a Rivero.

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