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Pequeños Gigantes

La catalana Camac sube por el boom de la vivienda

Camac probablemente no sea una marca conocida para los ajenos al sector, pero un observador atento podría verla en alguno de los andamios que rodean la Sagrada Familia de Barcelona. La fabricante catalana de hormigoneras, elevadores y andamios renació a finales de los 80 gracias a su apuesta por la innovación

Las palas de giro de una lavadora de principios de siglo pasado tienen la culpa de que una buena parte de la actividad actual de Camac sea la producción de hormigoneras. Los orígenes de la empresa catalana se remontan a la década de los años veinte. Entonces, el empresario Ramon Ramon se dedicaba a la fabricación de lavadoras que todavía eran semimanuales, en la población de Esparreguera, a 40 kilómetros de Barcelona, y lo hizo hasta finales de la década de los cuarenta, momento en que el giro de la lavadora le inspiró la idea de dedicarse a la producción de otra máquina que también incorpora un sistema de giro: la hormigonera. 'Fue uno de los primeros fabricantes de una máquina muy novedosa para las pequeñas obras, en las que hasta entonces se hacía todo manual', cuenta José Luis Bravo, actual director general de la compañía.

La segunda generación de la familia Ramon falleció joven y la tercera se encontró con la crisis de principio de los ochenta. La compañía, que entonces se llamaba Mom, se dedicaba únicamente a la fabricación de hormigoneras y sistemas elevadores ligeros y no tenía ningún control sobre la distribución de sus productos. Un solo cliente era responsable de la venta del 95% de su facturación, de manera que la suspensión de pagos de ese intermediario fue el antecedente de su propia suspensión en el año 1985.

Es en ese momento cuando José Luis Bravo, que entonces era trabajador de la compañía, se convierte en el accionista mayoritario y el resto del capital queda en mano de otros ocho accionistas, también trabajadores. Con la entrada de los nuevos socios, la familia Ramon se desvinculó totalmente de la firma.

Bravo tuvo claro desde el principio que la recuperación de la empresa pasaba por el desarrollo de nuevos productos y por la creación de una red de distribución propia. Así que la compañía, que pasó a llamarse Camac (Catalana de Material Auxiliar de Construcción), se convirtió en un fabricante obsesionado por la innovación y que asumía también la comercialización de sus productos.

Uno de los puntos claves en este cambio de estrategia empresarial es la creación en 1993 del departamento de I+D. Sus frutos se reflejan muy bien con cifras. De tener únicamente dos modelos de cada uno de los dos productos fabricados (hormigonera ligera y sistema de elevación ligero), Camac pasa a producir siete modelos diferentes de sistemas de elevación y diez de hormigonera ligera. 'Creamos en ese momento la línea de gran consumo para hormigoneras y elevadores porque nos dimos cuenta de que los particulares también eran posibles clientes, de hecho, hoy es habitual ver estos productos en cualquier obra pequeña'. Las hormigoneras de bricolaje pueden encontrarse con facilidad en grandes superficies e incluso en cadenas especializadas en esa materia.

Bravo está convencido de que el departamento de I+D es uno de los ingredientes imprescindibles para la buena marcha de la compañía, por eso reinvierte en él algo más del 7% de la facturación.

El boom inmobiliario que vive el país desde finales de los noventa ha sido, aparte de otra de las claves del éxito de Camac, un motor para el desarrollo de nuevos productos. 'Antes toda la rehabilitación de fachadas se hacía con andamios tubulares y nosotros desarrollamos los de cremallera, mucho más seguros'. En teoría, Camac se ha visto favorecida por la entrada en vigor de normas de seguridad en el sector de la construcción. 'Pero en la práctica no tanto, porque como no somos alemanes, y está costando mucho que la gente se conciencie de lo necesaria que es la seguridad y deje de usar sistemas más baratos pero muy inseguros como los montacargas de cable, que aún se pueden ver', explica Bravo.

El director general y principal accionista de la compañía cree que habrá vida después del anunciado estallido de la burbuja inmobiliaria. 'Y aunque no se produzca un parón brusco, el ritmo de la construcción tendrá que disminuir lógicamente tarde o temprano, y cuando eso ocurra sólo quedarán las firmas que ofrezcan calidad'.

Camac está buscando nuevas ramas de negocio para que la desaceleración del sector, llegue cuando llegue, tenga el menor impacto posible en la compañía. Un elevador ultraligero para personas y materiales pensado para el mantenimiento de los generadores eólicos y desarrollado con la ayuda del CDTI es un buen ejemplo de este tipo de producto. El año pasado este organismo aprobó también, con la concesión de crédito a interés cero, el proyecto de desarrollo de un sistema de elevación polivalente de alta seguridad para el sector de la construcción.

Camac cuenta con una larga experiencia en el sector de la exportación. A finales de los ochenta su mercado objetivo era el suramericano. En la actualidad, exporta el 20% de su producción, pero la mitad tiene como destino la Europa de los 27. La previsión es conseguir en el año 2010 que la ventas en el exterior supongan el 35% de su facturación total.

Bravo considera que el posicionamiento de las empresas españolas del sector en el exterior es bueno. 'Tenemos una calidad parecida a la alemana, muy por encima de la que ofrecen la mayoría de las firmas italianas y con un precio inferior'. Camac, con sede en Esparreguera, tiene también otra fábrica en Palau i Solita de Plegamans (Barcelona).

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