Grifería Grober, diseño para clientes especiales
Grober es la obra de Roberto Ladrón Jiménez, un emprendedor que a los 20 años prefirió crear su propia empresa antes que trabajar en la fábrica de grifería de su padre. En su primer ejercicio la empresa zaragozana facturó 10 millones de pesetas y ahora Grober alcanza los 6 millones de euros en ventas y es un referente dentro de su sector
Fue en 1990 cuando Roberto Ladrón, que entonces contaba 20 años, decidió convertirse en empresario. Diez años antes, su padre había montado también su propia fábrica de grifería, pero el joven emprendedor tenía sus propias ideas y quería llevarlas a la práctica por sí mismo.
Las empresas no suelen llegar al mundo de manera fácil y la de Roberto no fue una excepción. Los comienzos fueron modestos. 'Trabajábamos una o dos personas y, el primer año, facturamos 10 millones de las antiguas pesetas. Comprábamos elementos semielaborados para ensamblarlos y después, a medida que íbamos consiguiendo ingresos, comenzamos a fabricar nuestros propios moldes', dice Ladrón Jiménez.
Poco a poco, los productos fueron mejorando y también el atractivo de los catálogos que se encargaban de promocionarlos. La nueva empresa, a pesar de su modestia, cifraba su crecimiento en diferenciarse del resto de los competidores. Invertía reiteradamente los beneficios para investigar productos nuevos. 'Siempre hemos estado obsesionados por la investigación y el tiempo ha premiado nuestro esfuerzo', asegura el hoy director general de Grober.
Durante los seis primeros años, Roberto Ladrón se dedicó a buscar por toda Europa proveedores que suministrasen la tecnología más avanzada en componentes. En 1996, la empresa crea un departamento comercial y contrata un ejecutivo de alto nivel. Estas medidas tienen por objeto permitir al fundador que desarrolle toda su creatividad al frente de Grober.
En 2002, la firma zaragozana va a dar su gran salto diferenciador. 'Mientras la mayoría de las empresas dirigían el grueso de sus inversiones hacia los sistemas estrictamente productivos, nosotros acordamos orientarlas hacia el incremento del valor añadido, a través del diseño y del lanzamiento de una oferta totalmente diferente', subraya Ladrón Jiménez.
Aplicando este planteamiento, Grober se decide a copar un segmento de mercado hasta entonces marginal en España. Apuesta por la termostática y el mundo del confort. Ello exige mantener estable la temperatura del agua de la ducha, preservándola de los numerosos elementos que pueden interferirla. En este campo, la firma zaragozana se ha convertido en una auténtica maestra, cuyas innovaciones son reconocidas a nivel sectorial. 'Estamos orgullosos de haber logrado el grifo más suave', asegura el director general.
Grober plasmó su vocación investigadora en la propuesta al CDTI para crear un laboratorio que impulsara la creación de una tecnología de control termostático del agua, expresada en nuevos productos. 'El resultado han sido unos grifos termostáticos que son fabricados totalmente por nuestra empresa, desde el inicio al final del proceso', señala Roberto Ladrón.
Desde el principio, el fundador quiso imprimir a la empresa su sello personal, incluso en el nombre. Grober, una marca que se ha convertido en todo un referente en el sector, es la abreviatura de Grifos Roberto. Aunque nadie reconocería hoy aquella modesta fábrica inicial en una empresa que factura 6 millones de euros (de los diez millones iniciales a los 1.000 millones de las antiguas pesetas) y ocupa a medio centenar de trabajadores.
La apuesta por la investigación ha sido decisiva en el crecimiento de Grober. En el último trienio, la inversión ha superado los 4 millones de euros, pero el sacrificio económico que ello supone se considera vital para el desarrollo de la empresa. También para su expansión internacional, porque los mercados exteriores demandan, con una creciente intensidad, los innovadores modelos de grifería producidos por la firma zaragozana. Francia, Portugal y México se han convertido en clientes con perspectivas muy interesantes, aun cuando el 90% de las ventas se centra en el mercado español.
Grober fabrica en la actualidad 53 modelos de grifos diferentes, en lo que no ha agotado su capacidad investigadora. La empresa está muy ilusionada en un ambicioso proyecto para el ahorro de agua. Se trata de aprovechar las prestaciones suministradas por la electrónica y los nuevos materiales para conseguir un grifo capaz de reducir ventajosamente el consumo.
La empresa está a punto de experimentar un nuevo salto cualitativo con la apertura de nuevas instalaciones en terrenos de la Plataforma Logística de Zaragoza. Sobre los 9.000 metros cuadrados de este emplazamiento, se proyecta ubicar el centro de producción, los laboratorios y las oficinas de Grober. Las instalaciones del término de Cuarte de Huerva, en las afueras de la capital aragonesa, albergarán los procesos de mecanizado, pulido y soldaduras.
Fiel a su todavía corta historia, la firma zaragozana continúa seleccionando al máximo sus proveedores. En torno al 60% de ellos son nacionales y el 40% restante, europeos, principalmente de Alemania, Francia e Italia. Avalado por su experiencia -'he pasado por todas las fases de la biografía de la empresa'-, Ladrón no se muestra preocupado por los bajos precios de la competencia china. 'Gracias a la investigación, nuestros grifos proporcionan unas prestaciones muy superiores'. Y tampoco teme a los grandes fabricantes porque 'nuestra dimensión nos permite mimar mucho más el producto, y eso es algo que los consumidores saben apreciar'.
La empresa ha cubierto las certificaciones de calidad más exigentes y se halla preparada para asumir nuevos retos. 'La mejora del nivel de vida ha hecho que las personas valoren cada vez más el confort y nuestros productos se encargan de atender sus aspiraciones'. Esta circunstancia se aprecia también en el ámbito de los establecimientos hoteleros, donde los clientes buscan, cuando menos, mantener la comodidad de la que gozan en sus hogares. De ahí que las ventas de los productos de Grober se estén acentuando en este segmento, favorecidas, además, por el hecho de que se trata de sistemas irrompibles. La búsqueda de un producto nuevo, que mejore las prestaciones tradicionales, es muy dura, pero, al final, el esfuerzo acaba mereciendo la pena', asegura.
Temperatura estable para la ducha
El fundador de Grober asegura que 'los clientes dicen que nuestros grifos crean dependencia, porque es muy cómodo abrir el grifo y olvidarse de la temperatura. Una vez que lo has experimentado, es difícil renunciar a este confort'.La empresa zaragozana ha invertido mucho tiempo y dinero en lograr una tecnología capaz de garantizar una temperatura estable en el agua de la ducha, a pesar de las variaciones de presión o de las dificultades que plantean algunas características del líquido elemento en algunos puntos.Los investigadores que trabajan en el laboratorio de Grober se encargan de analizar la fidelidad y sensibilidad de los grifos fabricados por la empresa. Para ello, someten su funcionamiento a una variadísima gama de situaciones, comprobando su resistencia a la alta presión, a la corrosión y hasta el ruido producido en las tuberías.