Rusia recurre al lujo de los zares para su primera cumbre del G-8
Los preparativos del encuentro en San Petersburgo han costado más de 30 millones
La cumbre del selecto club de los ocho países más industrializados del mundo se desarrolla este fin de semana con crisis de telón fondo: la escalada de violencia en Oriente Próximo y los contenciosos nucleares con Irán y Corea del Norte. Para Rusia es también la ocasión de entrar en el grupo como miembro de pleno derecho, de recordar su peso en el cada vez más crucial sector energético y de sellar su entrada en la OMC. Pero, sobre todo, es la primera vez que la ex potencia soviética organiza el evento. Avalada por una economía en expansión y su condición de mayor exportador de hidrocarburos del mundo, el Kremlin quiere deslumbrar a sus socios con una estancia de lujo.
Los preparativos en San Petersburgo han costado más 30 millones de euros. Hasta que no acabe la cumbre no se sabrá el coste definitivo pero ya supera el de la última cumbre del G-8 el pasado verano en Gleneagles, por la que el Gobierno británico desembolsó unos 18,64 millones de euros.
Los mendigos de la ciudad han sido desalojados y trasladados fuera del casco urbano. Las prostitutas de los hoteles de lujo disfrutan de unos días de vacaciones en la costa del mar Negro, financiadas en parte por el Kremlin, según escriben algunos diarios rusos. El Ayuntamiento ha recomendado a sus habitantes que limpien los cristales de sus casas, no tiendan la ropa en la fachada y no saquen a sus perros a la calle. Incluso se les ha pedido que salgan lo menos posible a la ciudad tomada por las fuerzas de seguridad.
El Palacio de Constantino fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial y restaurado por orden de Putin por 224 millones de euros
Mientras que los ciudadanos de la antigua Leningrado pasan el fin de semana asediados, los grandes líderes mundiales se reúnen en su propia torre de marfil, como ya es habitual en este tipo de encuentros. En las afueras de la ciudad imperial, en Sterna, Putin ha escogido su residencia veraniega para deleitar a los invitados.
Las reuniones se celebran en el Palacio de Constantino, una joya de la arquitectura rusa construida por orden de Pedro el Grande, el primer emperador ruso y fundador de San Petersburgo. El conjunto, protegido por un perímetro de seguridad de hasta cinco kilómetros, consta además de 20 mansiones de 1.200 metros cuadrados. Verdaderos palacetes, con piscina, sauna y gimnasio, acogen a las delegaciones de los ocho socios -Alemania, Canadá, EE UU, Italia, Francia, Reino Unido y Rusia- y de los observadores de la UE y de China.
El conjunto de Constantino fue saqueado y destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo abandonado hasta que Putin ordenó su reconstrucción en 2001. Durante un año y medio, unas 6.000 personas trabajaron en la restauración que costó unos 224 millones de euros. Con motivo de la cumbre, los organizadores han 'remozado las fachadas y arreglado los jardines', según un portavoz, por un coste complementario de 3,6 millones.
Un mobiliario renovado al estilo imperial, cuadros de las colecciones del Hermitage, seis fuentes nuevas y estatuas antiguas imponentes en los lujosos jardines del recinto son algunas de las novedades que se han añadido al palacio reformado hace apenas tres años.