El Ermitaño, sabores de ayer y hoy
Ocupa una restaurada edificación del siglo XVIII, un complejo que se ha ido haciendo grande, también en lo gastronómico, desde que abrió en 1989. El Ermitaño (Ctra. Benavente-León, Km. 1,2. Benavente, Zamora. Tel.: 980 632 213) está en manos de los hermanos Pérez, Pedro Mario y Oscar, que a pie de fogón dirigen un establecimiento de considerables dimensiones (cinco comedores a la carta) que se ha convertido en un incuestionable en la restauración zamorana. A su favor no sólo están las buenas infraestructuras con las que cuenta (jardines, un mesón en la planta baja, los comedores de decoración rústica agradable en el piso superior, una capilla-museo original, la buhardilla donde tomar café y licores en la sobremesa), sino la sensatez de su cocina. Partiendo de productos autóctonos en la medida de lo posible y con el referente de la culinaria castellano-leonesa, mantienen una carta ambivalente que se mueve entre lo tradicional y una revisión actualizada de los platos de siempre, a los que añaden toques personales. El conjunto no defrauda, tanto si se opta por un plato fresco como el trigo escabechado en soja con verduritas y pichón, de aliño suave, como por los callos de ternera con garbanzos de Fuentesaúco y tallarines de calamar, un mar y montaña nada contundente.
Llegan con adecuados puntos de cocción los pescados y carnes, sin que falten el lechazo asado o sus chuletillas, el vacuno mayor (jugoso) o el cochinillo, que confitan con anís y sirven con una salsa de manzana (plato en general un tanto dulce). En los postres es recomendable probar la selección de quesos zamoranos (17 referencias). La carta de vinos es amplia y está bien diseñada, con una buena muestra de etiquetas de la DO Toro. Y aunque la relación calidad-precio es muy correcta, deberían subsanar ciertos problemas con el servicio, especialmente la persona que atiende en la recepción, poco amable. Precio medio: 50 euros (con vinos).