El inversor en el país de Nunca Jamás
En realidad, todo ese discurso alrededor de la inflación, la contención de los precios y las políticas acomodaticias no es sino envoltorio. Lo que quiso decir ayer Trichet, lo que señaló Bernanke el lunes por la noche y lo que han indicado banqueros centrales de medio mundo esta semana es un mensaje nítido, cristalino. Señores, esto va en serio. Los inversores, que con una cierta complacencia parecían sentirse cómodos con unos tipos no tan altos, se encuentran ahora con un cielo plagado de halcones.
No es sólo el qué. Es también el cómo. Y lo acaecido esta semana alrededor de los tipos de interés lleva implícito algo que al mercado le cuesta asumir porque, presa del síndrome de Peter Pan, el inversor no quiere envejecer. Quiere vivir siempre en su país de Nunca Jamás, donde la economía crece, el dinero es barato y la Bolsa, además de subir, lo hace de forma pausada, por aquello de ahorrar los sustos.
Cierto es que los responsables monetarios han tratado por activa y por pasiva de despertar a la Bolsa de su sueño, y de hacerlo de una manera dulce. Posiblemente algunos -especialmente estadounidenses- han sido demasiado suaves en esto de sacar a los parqués del agradable sueño.
Al final el palo ha venido el día de la reunión del Banco Central Europeo. Dado que el referente de los mercados está en Estados Unidos, el protagonismo del BCE es, probablemente, circunstancial. Pero la amplitud del movimiento al alza de los tipos es tan o más importante como la magnitud del mismo. El inversor ya no va a encontrar dinero barato, y todos, desde los planes de pensiones más tradicionales hasta los hedge funds manejados por astrofísicos, tienen que redefinir las estrategias. Adaptarse a un entorno diferente y más duro. A un invierno monetario.
A algunas personas les cuesta más madrugar que a otras. El mercado ha sido, de forma comprensible, perezoso, pues el sueño era dulce. Por eso la transición está siendo complicada. Ello no quiere decir, en todo caso, que no sea sana. Las caídas del mercado, o las etapas planas, son parte de la Bolsa. Sobre todo cuando el dinero se encarece. Preocupa, eso sí, el ansia con el que los inversores se lanzan a vender acciones en jornadas como la de ayer.