Una generación de empresarios sin sucesión
Más de la mitad de las pymes familiares están dirigidas por mayores de 55 años y no tienen un sucesor claro
Cuando se cumplen los 65 o 70 años, llega la edad de jubilación, pero no todos pueden hacerla efectiva. Hay empresarios, sobre todo de pymes, que viven la proximidad de la jubilación como un problema personal porque no saben cómo solucionar el futuro de su negocio. En muchos casos no tienen hijos o, si los tienen, se enfrentan a la realidad de que sus vástagos prefieren dedicarse a ejercer las profesiones que han estudiado antes que tomar el mando de la empresa familiar que heredan.
'Ahora mismo, un 55% de las empresas españolas tienen dirigentes con edades que oscilan entre los 55 y los 75 años. Al no poder dejar la empresa a sus hijos, estos empresarios se encuentran ante la encrucijada de cómo desprenderse de ella', afirma Enrique Quemada, consejero delegado del banco de inversión independiente One to One.
Una posibilidad es vender, 'lo que implica buscar comprador y en este caso suelen desprenderse de ella ante el primero que les hace una oferta, que no suele ser la mejor', resalta Quemada. Otra es identificar si alguno de los directivos quiere quedarse con el negocio.
Un empresario que prefiere guardar el anonimato explica el problema claramente. 'Tenía más de 80 años y no quería seguir yendo todos los días a la empresa. Era patético'. En su caso, los cuatros hijos, tres hembras y un varón, preferían dedicarse a sus respectivas carreras. A la hora de vender, no tuvo fácil encontrar comprador para una empresa que era líder en la fabricación de depósitos de poliéster vitrificado.
La opción de vender al competidor fue descartada rápidamente. 'Este empresario, que trabajaba de jefe de producción conmigo antes de fundar la empresa, no tenía dinero para comprarla y tampoco quería venderla a los constructores que se acercaron al calor del importante terreno que tiene la parcela. Deseaba que quienes comprasen, continuasen con la actividad', indica este empresario.
La solución se complica, entre otras cosas, por el escaso conocimiento económico, financiero y de las herramientas de valoración de los empresarios. 'Es gente hecha a sí misma que fundó su empresa en la posguerra, trabajando los fines de semana con mucho sacrificio, pero que carecen de elementos para hacer frente a una venta', señala Quemada. 'Si los empresarios del sector rechazan comprar la empresa, se encuentran sin salidas, ya que desconocen fórmulas como las family office, los financieros, los inversores o las entidades de capital riesgo'.
En el caso de este empresario, la solución vino por la llegada del capital riesgo. Su experiencia es excepcional, puesto que creó la empresa tras jubilarse a los 65 años como alto directivo de una multinacional. 'Entonces me sentía joven; ahora, 20 años después, lo que quiero es descansar y disfrutar de los nietos'.
Los empresarios suelen acudir a la sucursal bancaria más cercana o a su asesor fiscal, pero, como indica Quemada, los bancos rechazan ayudarles porque su objetivo son operaciones grandes, mientras que el asesor fiscal no sabe encontrar compradores. 'Es peor cuando quieren venderla ellos mismos, porque su empresa tiene un componente afectivo que les impide valorarla objetivamente'.
Otro empresario, que también quiere guardar su identidad, tiene una experiencia similar. Propietario de una empresa inmobiliaria junto a otros dos socios de edades similares, ninguno de sus descendientes quería quedarse con ella. 'Al ser tres, la opción pasaba por la incorporación de un socio nuevo que tirase del carro, pero nadie quiere ser minoritario; o venderla, pero ahora el negocio inmobiliario no tiene el mismo tirón que antes'. Al final, se optó por la venta.
Este empresario dice que el asunto de que sus hijos le sucediesen ni se llegó a comentar en casa. 'En la pyme el problema sucesorio es algo muy corriente. Son empresas muy vinculadas a la vida del promotor, pero es mejor vender a alguien que tenga interés que no dejarla a un hijo que no muestra ninguno. Antes sí que se forzaban estas cosas', añade.
'Antes vender la empresa que dejarla a un hijo que no muestra interés', dice un empresario
Mejor a un extranjero que a un local
Con 75 mandatos de compra y 42 oficinas en todo el territorio nacional, One to One cuenta con un amplio conocimiento sobre los quebraderos de cabeza que sufren los empresarios. 'Un empresario nos llegó a decir, una vez vendida la empresa con éxito, que nos debía la vida por haberle solucionado el problema', indica Enrique Quemada.A su juicio, las pymes españolas tienen una doble amenaza, la llegada de las empresas de la Unión Europea y la competencia que supone la entrada de China en la OMC (Organización Mundial del Mercado) y se hace una pregunta: ¿cómo se puede decir a un empresario de 65 años, que ha hecho siempre lo mismo, que se ponga a innovar?Según Quemada, los empresarios españoles prefieren vender antes su compañía a un extranjero que a un competidor conocido con el que ha estado siempre en liza. 'Suelen decir que han sido descubiertos por una empresa extranjera y que estos invierten por el atractivo de la compañía. Los competidores locales son el último recurso'.Un hecho curioso para Quemada es que, en un principio, el empresario es reacio a comunicar que quiere vender la empresa. 'Es en la segunda reunión cuando dejan clara cuál es su intención'. A veces, puede ocurrir que el empresario, después de concretarse una oferta de compra, se arrepienta porque los hijos se han replanteado continuar con la empresa y sustituir al progenitor.One to One suele cobrar a éxito, 'pero también durante seis meses cobramos unos honorarios mensuales fijos, porque es la única forma de que el cliente se dé cuenta de que ha dado un mandato'.