70 millones de muertos para poder dominar el mundo
Jung Chang, autora del éxito editorial Cisnes salvajes, no ha oído hablar de la estatua gigante de Mao Zedong que el Gobierno chino piensa erigir en el Tíbet para conmemorar el 30 aniversario de la muerte del líder comunista. En cualquier caso, lo considera una triste noticia. 'Espero que la gente que viaje a China muestre su disgusto ante el retrato de Mao en la plaza de Tiananmen Pekín; fue responsable de la muerte de más de 70 millones de personas en China en tiempos de paz'.
Jung Chang (Yibin, Sichuan, 1952) y el historiador inglés Jon Halliday, su marido, han escrito una biografía demoledora del líder chino, en la que revelan cómo el personaje se hizo comunista por oportunidad, la fascinación de Mao por la violencia, el decisivo apoyo de Stalin o las relaciones con sus padres, esposas, hijos y amantes.
Mao. La historia desconocida (Taurus) es el resultado de diez años de investigación. Jung Chang se ha centrado en las fuentes chinas, ha hablado con 150 personas del círculo de Mao -prácticamente la mitad de las entrevistas realizadas-, muchas de las cuáles habían sido advertidas por el Gobierno para que no cooperaran. 'Tenían tantas ganas de hablar que hicieron caso omiso de la advertencia', precisa la escritora. Halliday trabajó con los archivos, el de la antigua URSS en particular ha sido para ellos 'un tesoro'.
Tratándose de un personaje que construyó su régimen sobre los cimientos del terror, Jung Chang y Jon Halliday han encontrado cosas horribles durante su investigación, pero lo que más ha impactado a la autora fue la hambruna que entre 1958 y 1961 provocó la muerte de 38 millones de personas por la falta de alimentos y el exceso de trabajo.
'Siempre creí que la hambruna fue producto de una mala gestión de la economía. Después de la investigación, sé que fue un acto deliberado. Mao exportaba los alimentos que necesitaba la población a Rusia a cambio de tecnología industrial y militar para poder llevar a cabo sus planes de dominar el mundo'. En su ambición, el líder comunista chino incluso estaba dispuesto a sacrificar a la mitad de la población, cuenta la escritora.
Jon Halliday, que ha sido profesor en el King's College de la Universidad de Londres y ha publicado ocho libros, destaca la satisfacción que Mao encontraba en la violencia. 'Dio un paso más allá que Stalin o Hitler. æpermil;stos llevaban a cabo la violencia en secreto y, en su gran mayoría, los actos violentos eran ejecutados por una élite limitada, sin embargo, Mao quería que toda la población presenciase las atrocidades', explica. Cuando llegó al poder, en 1949, las ejecuciones se realizaban en la calle, eran presenciadas por mujeres y niños. Posteriormente, durante la Revolución Cultural, se animaba a ciudadanos corrientes a participar en actos violentos. 'Quería aterrorizar a la población'.
Crueldad
El libro muestra la imagen de un tirano de una crueldad extrema, no sólo durante la Revolución Cultural (1966-1976), sino desde el primer momento. Mao era un radical y un pragmático que desconfiaba de todo. Nunca se identificó con el marxismo y, si acaso, sintió admiración por el estalinismo como régimen basado en el terror.
Una adolescente Jung Chang experimentó lo que fue la Revolución Cultural en propia carne. Numerosas familias quedaron rotas en China, tampoco se podía confiar en los amigos por la presión constante para denunciar, pero como en la guerra, la adversidad sacó no sólo lo peor, también lo mejor de los seres humanos, señala la autora.
Relaciones políticas y familiares
Mao. La historia desconocida está dividida en seis partes que concentran la vida del fundador de la República Popular China. Los autores indagan en los orígenes del Gran Timonel, el odio al padre y el amor a la madre, su ingreso en el partido por encontrarse en el momento y lugar adecuado, una librería comunista en la que trabajaba -'le encantaban los libros'-. Chang y Halliday desmitifican el periodo de la Larga Marcha y describen cómo Mao construyó su régimen a base de terror. Su modelo era Stalin y su apoyo fue decisivo. Stalin le necesitaba para imponer el comunismo en el país más poblado del mundo y el líder chino precisaba de los soviéticos para parapetarse y obtener su parte de poder en Asia. También se recogen las aspiraciones de convertir la República en una superpotencia o la sangrienta represión en el Tíbet. Por primera vez, sale a la luz la relación de Mao con sus esposas -no tenía una gran opinión de las mujeres-, hijos y amantes. A las jóvenes con las que se entretenía sexualmente les hablaba con pasión de ópera china, que había prohibido. Además, su higiene personal era nula, sostienen los autores.