El jardín vallado de las 'telecos'
æscaron;ltimamente, quizá porque la Bolsa está subiendo, se ha rebajado el tono del debate -en términos bursátiles- sobre el futuro de las telecos. Pero fue una cuestión relevante hace sólo tres meses, con las advertencias sobre resultados de Vodafone o France Télécom. De repente todo el mundo cayó en la cuenta de que las telefónicas se habían convertido en algo así como compañías de aguas.
La lógica viene de que las telecos no han logrado cerrar ninguno de sus mercados ante la evolución de las tecnologías. No han creado ningún monopolio natural comparable a aquel del que disponían sobre las llamadas telefónicas y, al tiempo, los cambios tecnológicos amenazan y hacen menos rentable esa línea. El negocio de acceso hace mucho que dejó de ser exclusivo de los proveedores de líneas de cobre, pero la tecnología de voz sobre IP, que necesita estas mismas líneas de cobre, se ha convertido en un incipiente factor de riesgo para esta industria. La televisión digital es otro ejemplo, señala un banco de inversión, de que los jardines vallados son imposibles.
El problema no es sólo de las telecos. Al fin y al cabo, el mantenimiento y la mejora de su tendido de cable es necesario para que todos los demás negocios funcionen. Parte de este debate es la posibilidad de que las telecos vallen su jardín discriminando la información que transmiten sus líneas y cobrando precios diferentes a los distintos paquetes de información.
En cualquier caso, estas cuestiones quedan, al menos de momento, algo fuera del ámbito bursátil. Lo que sí tiene plena vigencia es que el entorno competitivo en el mercado de las comunicaciones tiene aspecto de convertirse cada día en más difuso, a medida que las posiciones de dominio de tales o cuales empresas dependen más de las preferencias de los consumidores y menos de posiciones de dominio heredadas o de las inversiones realizadas. Obviamente también hay oportunidades. Pero el sector está ante un reto de primer orden.