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CincoSentidos

'La historia y el olvido hacen mala pareja'

Benjamín Prado novela el drama del robo de niños de familias republicanas durante la posguerra en 'Mala gente que camina'

Cuál es la distancia entre la locura y la ley en un régimen totalitario? En Mala gente que camina, de Benjamín Prado, se aprecia que es muy corta. La novela, editada por Alfaguara, destapa uno de los mayores dramas de la posguerra española: el robo de niños a presas republicanas para entregarlos a familias afectas al régimen.

La idea de Benjamín Prado era escribir otra novela, también sobre un profesor de instituto que viaja a Atlanta para dar una conferencia sobre Carmen Laforet, pero con un desarrollo diferente. Después de 40 páginas escritas, cayó en sus manos la trágica historia. 'Es el sueño de un novelista, encontrar una historia fuerte que no ha contado nadie', asegura el escritor. Ha dedicado cuatro años a buscar bibliografía, testimonios en internet, a 'bucear en los años negros del franquismo'.

Al investigar, se ha topado con el general y psiquiatra Vallejo Nájera, eugenesista que consideraba el marxismo una enfermedad mental contagiosa, y con Pilar Primo de Rivera, creadora del Servicio Social, cuyo ideario consistía en reducir el papel de las mujeres al de esclavas del hogar. 'Lo que parece la locura de un demente acaba teniendo aplicación de ley', comenta Benjamín Prado en referencia a las leyes que permitieron al Estado asumir la tutela de los niños que fueron a la institución del Auxilio Social.

El profesor de instituto tiene conocimiento de la historia mientras recompone la vida de Dolores Serma, una mujer que denunció el tráfico de niños en la novela âxido. Serma es un personaje de ficción que Benjamín Prado introduce en el círculo de Carmen Laforet, Miguel Delibes y otros escritores de posguerra.

Autores que a pesar de la censura y el horror consiguieron escribir obras maestras. Frente a ellos, escritores que falsearon su historia. 'Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir algo sobre los autores falangistas'. Ridruejo es un síntoma. En la edición de 1941 de Poesía en armas, dedica poemas a Franco, a la Victoria de España, avisa a Machado de que lo va a manipular. Todo desaparece y queda solapado en un libro posterior del mismo título. Mala gente que camina cuenta el enmascaramiento que hicieron de su vida y obra. El autor cree que no tiene sentido después de 30 años de democracia 'muy asentada' continuar con el falseamiento de la historia.

'El hecho de que temas como el de los niños robados se desconozca en España significa que nos falta por hacer un proceso de reflexión', señala Benjamín Prado convencido de que hacerlo no es reabrir heridas. 'La historia y el olvido hacen mala pareja. No se puede escribir la historia de un país a base de olvido, medias verdades y oscuridades'.

Ingenio para equilibrar una trágica historia

Durante las más de 400 páginas del libro, el personaje se dirige al lector sin presentarse. Lo hace al final, 'Juan Urbano para servirles'. Es como Juan Panadero de Alberti o Juan Nadie. 'Es un personaje que representa el civismo, un escritor también puede en algún momento obligarse a hacer una tarea cívica', destaca el poeta y narrador.Juan Urbano es profesor de Bachillerato, un trabajo que es como 'predicar en el desierto esperando que en los cactus florezcan girasoles', dotado de un humor ácido. La madre del narrador, que tiene mucho que ver con la del escritor, admite éste, ejerce como contrapunto. Son dos personas de diferente ideología. 'Es como estar en un tiovivo, nadie se baja de su caballo, ni se cambia de sitio'. Su relación ayuda a relajar la historia. 'Un lector tampoco puede leer una novela y estar diciendo ¡qué horror!''.

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