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CincoSentidos

Olazábal ya es décimo en la lista de ganancias

Mientras Miguel Ángel Jiménez, undécimo en el pasado Masters y líder del torneo durante poco más de una hora en el transcurso de la jornada y Sergio García, que finalizó penúltimo, han regresado a España para descansar, José María Olazábal, que ocupó un brillante tercer puesto empatado con Tiger Woods sigue aún en EE UU donde toma parte en el Verizon Classic.

Olazábal cumple su quinto torneo consecutivo en el PGA Tour donde se ha situado entre los diez primeros de la lista de ganancias, con 1,4 millones de euros en premios, ha ascendido hasta el décimo segundo puesto de la clasificación mundial, que no llegó ni a ocupar en 1999 cuando ganó el segundo Masters y, además, tiene un pie en el equipo europeo de la Ryder Cup que en septiembre se enfrentará al de EE UU en el The K Club de Dublín.

Cuando el vasco llegó al campo de Hilton Head, se encontró con el sudafricano Tim Clark que en el hoyo 18 de Augusta embocó la bola desde el búnker lo que le sirvió para acabar segundo. Olazábal se le tiró al cuello. '¡Eso no se le hace a un amigo!', le gritó bromeando. Lo cierto es que Clark, que suele entrenar a menudo con el de Hondarribia, le pidió una clase de cómo sacar de búnker durante el Bay Hill Invitational, apenas tres semanas antes del Masters y que Olazábal le dio gustoso. Lo que está claro es que le explicó cosas que al final acabaron costándole 362.716 euros que es la diferencia entre el segundo y los que quedaron terceros que se llevaron 260.070 euros.

El lunes Olazábal regresará a su casa donde permanecerá cinco semanas antes de jugar el BMW Championship en Wentworth (Inglaterra), para después volar de nuevo a EE UU. Durante este periodo en el que no competirá, el vasco seguirá su trabajo en el gimnasio, una de las claves que le han permitido ganar distancia y mantener la pugna con la élite del golf mundial, además de inaugurar dos campos de golf que él ha diseñado en Las Margas en Huesca y Archanda en Bilbao.

Jiménez también tenía motivos para estar satisfecho, aunque se quedó a un golpe del décimo lugar, que era su objetivo. Jugó bien, aunque el último día notó la presión de ser líder. El malagueño regresó a su casa más ligero de equipaje. En la aduana del aeropuerto de Atlanta le quitaron dos cajas de puros habanos que llevaba para su consumo. 'Me dijeron que al ser cubanos no podía llevarlos y se los quedaron. De nada sirvió que les explicara que eran para mí, que no iba a hacer ningún negocio'.

Quien abandonó Augusta con más dudas sobre su juego fue Sergio García, convencido además de que 'este campo no me quiere mucho'. Ya se ha puesto manos a la obra con su padre y entrenador, Víctor, para reconstruir su swing. En cambio el ganador, Phil Mickelson, acepta que es un innovador: dos drivers en su bolsa, uno más largo que el otro, para conseguir con cada uno el efecto deseado. Una solución que algunos comenzarán a estudiar.

El jugador de San Diego -ganador en 2004 y en 2006 que el año pasado le puso la chaqueta verde a Tiger Woods y al término de esta edición el número uno se la ha devuelto al nuevo número dos-, trabaja desde hace tiempo con dos entrenadores, Dave Pelz que cuida de su juego largo, y Rick Smith que se ocupa del corto. Es la particular revolución de Mickelson, el único golfista que aspira a conseguir el Grand Slam en 2006.

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