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Harvard busca cerebros para su centro de investigación

El mayor depósito de encéfalos no da abasto frente al auge del interés por los desórdenes mentales

Casi cualquier persona con cerebro puede entrar en Harvard. El banco de cerebros de la prestigiosa universidad en el McLean Hospital, el mayor depósito de encéfalos para estudios científicos, enfrenta una escasez de su objeto de estudio. Mientras las investigaciones sobre desórdenes neurológicos y mentales se han disparado, el número de cerebros para el estudio no es suficiente.

'He enviado cartas a todos los neurólogos del país pidiendo cerebros', explica la neurocientífica Francine Benes, directora desde 1996 del banco del McLean, un hospital psiquiátrico de las afueras de Boston. El centro alberga cerca de 3.000 cerebros, en su mayoría de personas que tenían enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer, Huntington y Parkinson, o graves desórdenes psiquiátricos como la esquizofrenia. Algunas de las muestras encefálicas del banco se remontan a 1978, cuando este fue fundado.

En EE UU cerca de 50 millones de personas sufren algún tipo de enfermedad o daño neurológico, según los Institutos Nacionales de Salud. Hasta 10 millones tienen graves desórdenes psiquiátricos. Entre ellos, 2 millones sufren esquizofrenia, según la Alianza Nacional para los Enfermos Mentales.

La gente es reticente a donar su cerebro porque suele estar 'emocionalmente conectada' con él, explica la neurocientífica Jill Bolte Taylor

Al centro, que recibe 750.000 dólares al año de los Institutos Nacionales de Salud para el personal y las operaciones, le llegan cerca de 100 pedidos anuales de tejido encefálico por parte de investigadores de EE UU, Europa y Asia. Aunque recibe 300 cerebros por año, si un científico los pide de un grupo particular de enfermedades se pueden agotar todas las existencias, explica la investigadora. Los encéfalos de esquizofrénicos y enfermos de Parkinson, un mal que sufren 100.000 españoles, son los que más escasean: el banco obtiene 25 cerebros de esquizofrénicos y 25 de enfermos del mal de Parkinson por año, aunque necesita cerca de 100 de cada enfermedad para satisfacer la demanda.

Algunos de los cerebros más difíciles de encontrar son los normales, que se necesitan para estudios comparativos. El centro recibe cerca de 50 cerebros normales al año.

Los investigadores han usado el banco de cerebros para desarrollar una prueba genética para el mal de Huntington y un tratamiento para el mal de Parkinson. Benes, de 59 años, dedicó sus 30 años de carrera al estudio de las enfermedades mentales graves. Comprobó, entre otras cosas, que la esquizofrenia no está vinculada con cambios de los tejidos cerebrales por desgaste como en el Alzheimer.

Hoy, las nuevas tecnologías genéticas y métodos de investigación han dado un impulso a las investigaciones sobre el cerebro, así como a la demanda de tejido, haciendo más difícil mantener las existencias al día.

La gente es reticente a donar su cerebro para la investigación porque suele estar 'emocionalmente conectada' con él, explica Jill Bolte Taylor, neurocientífica que trabajó en el laboratorio de Benes y ahora dedica la mayor parte de su tiempo a solicitar donaciones de cerebros. Para conseguirlo, usa un método original: canta.

'Hay un momento hacia la mitad de la presentación cuando mi público se da cuenta: 'Oh mi Dios, ella quiere mi cerebro', dice Taylor, también conocida como la científica cantante. 'Ahora viajo con mi guitarra y entono el jingle del banco de cerebros'. El centro ya cuenta con encéfalos de personajes célebres, aunque Benes no quiere desvelar sus nombres.

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