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A fondo

Sacyr se juega en Eiffage una carambola de compras

A la quinta constructora española parece que se le ha quedado pequeño el mercado nacional para las grandes compras. El presidente de Sacyr Vallehermoso, Luis del Rivero, ya tenía claro que las fusiones entre los grandes grupos de construcción y servicios españoles están complicadas porque al menos tres de ellas están controladas por una familia o accionista predominante: los Del Pino dominan Ferrovial; los Entrecanales, Acciona, y Esther Koplowitz, FCC. Quedaba ACS, la primera del sector, un bocado demasiado grande e impensable por múltiples razones, y la más pequeña de las cotizadas, OHL, con la que Del Rivero 'jamás' se ha planteado una fusión, según sus propias palabras.

Agotado el escenario de adquisiciones domésticas que den inmediata dimensión y gran capacidad de maniobra, había que mirar fuera. La elegida ha sido la tercera constructora francesa, Eiffage, un blanco con un accionariado débil tras la salida de BNP Paribas, que vendió el 19% en marzo del año pasado. El 28 de febrero, Sacyr compró un 5%, llegó al 10% y, algo más de un mes después, cuando se especulaba con que rozaba el 15%, alcanzó de golpe el 30,7%. Ha invertido 1.661 millones para convertirse en el primer propietario de la sexta constructora europea, tras superar a los empleados accionistas, con el 20%. Con este movimiento ha desatado las iras de la cúpula de Eiffage que, de la noche a la mañana, se ha encontrado con un dueño no deseado. Al menos eso se encarga de recordar casi cada día el presidente, Jean-François Roverato, que abandera un frente para que Sacyr no entre en el consejo con cuatro vocales, el peso acorde al 31,8% de los derechos de voto que le concede su posición.

Amenazas de bloqueo al margen, será la junta de accionistas la que decidirá dentro de una semana, el miércoles 19, si nombra a los representantes del grupo español. Algo que, hoy por hoy, parece probable ya que este punto del orden del día va en la parte ordinaria de la junta, con lo que se necesita mayoría simple (la mitad más uno de los votos) para apoyarlo, pero también para bloquear el nombramiento, según el Code du Commerce francés. El frente opositor del que alardea Eiffage agrupa un insuficiente 29%. Y lo formarían los empleados accionistas (agrupados en Eiffage 2000), la Compagnie Nationale à Portefeuille del inversor belga Albert Frère (el mismo que hace tres años dio entrada a Acciona en FCC al venderle su participación a los Entrecanales) y Caisse des Dépôts, con el 3%. Los dos últimos han entrado en pleno desembarco de Sacyr.

Sólo queda hoy de margen para que surjan nuevos inversores alineados con Roverato, ya que es el último día para que los accionistas acrediten su participación antes de la junta. Es otra de las posibilidades que ha querido airear oficialmente Eiffage.

Ante este escenario de confrontación abierta con la cúpula de esta compañía, Sacyr afrontará una asamblea como mínimo tensa. Y sin la garantía total de evitar un episodio tumultuoso como el del nombramiento y posterior revocación de los consejeros que quiso colocar Acciona en el consejo de FCC en la junta de hace dos años.

Si salva el escollo, Sacyr entrará en el consejo, un paso crucial ya que le da la llave para articular futuras operaciones conjuntas con Eiffage. Como representantes en el consejo de la francesa, Del Rivero ha elegido estar acompañado de primeros espadas (símbolo de la importancia de la operación) como el empresario y amigo Juan Abelló, tercer accionista y vicepresidente de Sacyr; el consejero delegado, Manuel Manrique, y el consejero-director general de medios y ex BBVA, Vicente Benedito, mano derecha en múltiples batallas.

Con Eiffage como bisagra, a Sacyr se le abre una dimensión más europea de la que tiene actualmente para compras futuras. Pero no sólo eso. De momento, en Francia, accede a la carambola de dos adquisiciones y una venta pendientes que tiene la constructora gala. La más atractiva es la integración del segundo grupo de autopistas y el tercero de Europa, Autoroutes Paris-Rhin-Rhône (APRR), que se adjudicó Eiffage junto con el grupo australiano Macquarie (socio de Ferrovial) en diciembre pasado. æpermil;ste puede ser el verdadero blanco de Sacyr, que optó sin éxito a la privatización del tercer grupo, Sanef. El grupo español busca crecer al máximo en el negocio de concesiones. Y tiene una oportunidad de oro en APRR, ya que Macquarie sólo se ha comprometido a estar dos años en el accionariado. Sacyr toma posiciones ahora y puede suplirle llegado el momento. Aunque requerirá una inversión de gran calado.

De momento, a Eiffage y a Macquarie se les complica llegar al 95% de APRR para poder anotarse el beneficio global de la empresa y sacarla de Bolsa. Al parecer, la oferta de compra por el 29,7% de esta concesionaria que aún está en manos de inversores minoritarios no está teniendo el éxito esperado, pero la francesa señaló ayer que no habrá prórroga más allá del jueves. Un medio francés ha sugerido que Sacyr estaría alentando a varios fondos accionistas de APRR para que no vendan a Eiffage y así debilitar su posición de cara a una oferta pública de adquisición (opa). El grupo español ha reiterado que no quiere el control de Eiffage, pero el hecho de que Roverato haya puesto un precio mínimo (150 euros por acción) siembra la duda.

Además de APRR, la constructora gala es uno de los candidatos favoritos a hacerse con la empresa de ingeniería de electricidad Amec Spie, filial francesa del grupo británico, que planea resolver la venta a mediados de año. Supone una inversión de unos 700 millones, que Eiffage financiaría con una tercera operación pendiente: la enajenación del 17% que tiene en la concesionaria de autopistas Cofiroute, una adquisición con posible atractivo para Sacyr.

Con su desembarco en Eiffage, la constructora española reedita prácticas que empleó en el desembarco frustrado el año pasado en el BBVA. Al menos en dos aspectos: la entrada en el capital al estilo troyano y la teoría del mal menor. Según lo primero, Sacyr intenta lograr una posición predominante en el consejo una vez dentro, es decir, tras comprar en el mercado una participación que le dé derecho a tener vocales. En Eiffage lo ha hecho con mejor fortuna que en el BBVA por el factor sorpresa (esta vez no ha anunciado la compra, la ha materializado) y la ausencia del elemento político. De acuerdo con la citada teoría, si la operación no sale, lo peor que puede pasar es ingresar jugosas plusvalías. La compra frustrada del 3,1% en el BBVA se saldó con 149 millones de ganancia extra. En Eiffage, acumula ya casi 100 millones.

En esta operación, no exenta de las sombras del patriotismo francés, Sacyr se juega la partida en Europa.

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