Sota, caballo y rey en la Bolsa española
En el último año y medio o dos años ha cambiado la relación de fuerzas en la Bolsa española. Telefónica ha dejado de ser el primer valor del mercado, cediendo el puesto de privilegio a Santander, mientras BBVA se ha acercado notablemente a la teleco. Constructoras e inmobiliarias han ganado peso de la mano de sus fuertes revalorizaciones, y Endesa ha alcanzado a Repsol, superando a la petrolera en alguna ocasión.
Sin embargo, el arco de opciones para el inversor español sigue siendo el mismo de siempre. Sota, caballo y rey. Telefónica, construcción, banca y eléctricas. Fuera de estos cuatro valores sólo se puede acudir a la petrolera Repsol y a valores medianos tales como Inditex o Iberia. Eso provoca algunas distorsiones en el comportamiento bursátil de España respecto a Europa, que no son siempre explicables por el efecto de América Latina o por asuntos económicos domésticos.
Es normal, en este contexto, que los inversores institucionales lleven ya varios años tomando como referencia no el mercado español, sino la zona euro. Son las ventajas de la moneda única. Pero de momento sólo los grandes inversores pueden aprovecharlas. La segmentación de los mercados de valores europeos aún hace la inversión en compañías extranjeras comparativamente cara.
La culpa es, según las Bolsas, de los excesivos costes de los bancos. Según los bancos, el problema está en que los mercados son monopolios nacionales. Pero ni unos ni otros sufren las consecuencias. Sólo lo hace el pequeño inversor que, en la mayoría de los casos, se ve abocado a invertir a través de fondos si quieren cruzar los Pirineos.
Como suele ocurrir, estos planteamientos sólo salen a la luz cuando la Bolsa española, tal y como ha ocurrido en algunas sesiones de la semana pasada, marcha comparativamente peor que las de su entorno. La diferencia no es algo malo en sí mismo, siempre y cuando el inversor sea consciente de a qué está jugando.