La Bolsa y la fábula del lobo
El lobo es protagonista de una gran parte de las fábulas infantiles, pero cuento del lobo sólo hay uno. Es aquel en el que los pastores, cansados de escuchar falsas alarmas, dejan de cuida las ovejas precisamente el día en que tendrían que haberlas puesto a resguardo. En la Bolsa es más que habitual escuchar el cuento del lobo. Sobre todo porque, con tal cantidad de voces discordantes, siempre hay varias que auguran desastres.
Lleva la Reserva Federal casi dos años subiendo los tipos de interés de forma ininterrumpida. Mientras, la Bolsa tampoco ha dejado de subir, aunque se ha oído en numerosas ocasiones eso de que viene el lobo. Si bien al principio el riesgo estaba en el descarrilamiento de una economía desequilibrada, de un tiempo a esta parte la inflación y el precio del dinero están en la lista negra de los expertos. La preocupación se ha extendido a Europa, donde el mercado ha pasado de discutir si tocaba bajar tipos a asumir con normalidad alzas que, en conjunto, pueden llegar al 1%.
En todo caso, en ambas áreas las autoridades monetarias se han ocupado de preparar el terreno y formar en el mercado las expectativas adecuadas de forma minuciosa. En este contexto, los tipos de interés de referencia se han marchado hasta el 4,75% en Estados Unidos, y los mercados de futuros esperan que se vayan al 5%. Por eso el lobo ya ha llegado, pero la Bolsa no se ha dado por aludida. Antes al contrario, ha seguido subiendo, y sólo ha echado el freno de un tiempo a esta parte.
La moraleja del cuento se la sabe todo el mundo. Es la trampa de las fábulas, que son analogías de sentido único. Así que cuando hablamos de la fábula del lobo estamos sugiriendo que el mercado va a bajar. Y también esta previsión encierra una trampa, porque obviamente no subirá para siempre. La cuestión es cuándo. La mejor lección de la fábula del lobo puede ser, en todo caso, que no porque se haya advertido en vano de un riesgo es éste menos peligroso.