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CincoSentidos

El sueño de montar una casa rural se complica

La escasez de subvenciones y la saturación de la oferta en las comarcas más atractivas dificultan nuevos proyectos

Quién no ha perdido los nervios en un atasco, ha mantenido una relación infernal con el despertador o siente la presión asfixiante de una hipoteca en una gran ciudad? Levantar un hotel con encanto partiendo de un viejo caserón, molino, almazara o bodega se ha convertido en vía de escape para el urbanita estresado. Pero montar un negocio de estas características, después de que la idea haya rondado miles de cabezas, no es una aventura tan sencilla como antaño.

Las subvenciones, uno de los mayores alicientes del pasado, escasean. Ayuntamientos y Comunidades han cerrado el grifo para evitar la saturación en zonas como Pirineos, Sierra Norte de Madrid y Valle del Jerte. Lo último en este sentido ha sido la decisión de la Consellería del Medio Rural de la Xunta de Galicia de evitar que las ayudas de la Unión Europea caigan en proyectos de escasa viabilidad, a la vista de que hay más de 600 establecimientos rurales en Galicia con un porcentaje medio de ocupación menor al 15%.

De este modo, el inversor se encuentra solo ante un proyecto que suele superar los 300.000 euros, que debe atender a una fuerte regulación y abundantes trámites burocráticos. Pero este no es el único obstáculo. El negocio comienza a ofrecer síntomas de madurez.

La estacionalidad del turismo rural acaba con toda idealización de la vida en el campo

Un ejemplo. La demanda de camas en viejas masías y hogares payeses reconvertidos en hoteles creció en Cataluña el año pasado un 17%, pero la oferta lo hizo en un 20%, según la Asociación de Turismo Rural del Bajo Ampurdán. Su presidente, Joan Coll, advierte sobre la citada saturación: 'Hay zonas en las que los nuevos empresarios rurales son bienvenidos porque restauran casas en ruinas o dinamizan comarcas deprimidas, pero no lo son tanto en áreas donde la gente del propio medio rural ya se encarga de explotar la oferta turística'.

En la otra punta del país cambia el acento del interlocutor, pero no el problema. El Presidente de la Asociación de Turismo Rural Valle del Jerte (Cáceres), Ernesto Agudiez, cuenta que la Sociedad de Desarrollo que gestiona los fondos procedentes de Bruselas prácticamente ha dejado de apoyar nuevos proyectos. 'Hace unos años te sufragaban hasta el 40% del presupuesto. Ahora las ayudas se dirigen a mantener lo que ya hay en pie', afirma Agudiez. Desde su punto de vista, lo ideal es tener una segunda vía de ingresos porque, de lo contrario, 'es difícil salir adelante'.

Para no pisar en falso hay quien contrata los servicios de una consultora especializada. 'Normalmente el público viene con una idea, pero no sabe las posibilidades que tiene de triunfar, cómo enfocarla o dónde ponerla en marcha', explica Alejandro Gómez, director de la reconocida Ruralpromo Consulting. Este experto cree que las principales amenazas contra todo proyecto rural son las fuertes inversiones necesarias, la saturación, la estacionalidad y la idealización de la vida en el campo.

Estrés sano

A pesar de los contras del negocio hay quienes prefieren destacar los pros de vivir en el campo. Los dueños de la Almazara de Barrado (Barrado, Cáceres), Félix y Elena, cambiaron un bar en las cercanías del estadio Santiago Bernabéu de Madrid por un antiguo molino de aceite remozado para recibir viajeros. Fue hace diez años y no se arrepienten: 'Nuestra vida actual es mucho más reconfortante que la que llevábamos en Madrid, aunque sobrevivir en el negocio es difícil. Sólo ofreciendo buenos servicios complementarios puedes competir', argumenta Elena.

Sin ánimo de asustar a nadie hay quien incluye un último coste, éste psicológico, para quien cambia autopista por huerta. 'El hombre que huye de la gran ciudad busca un mayor autocontrol, libertad y alejarse de la sensación de inseguridad o de agentes violentos como el propio ruido', explica Francisco Alonso Fernández, director del Instituto de Psiquiatras en Lengua Española. La precio, según el doctor, es una posible mortificación por la soledad: 'Un profundo cambio de vida no sale gratuito y es habitual que al sentimiento de liberación se una otro contradictorio de aislamiento'.

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