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Crecimiento

El buen clima económico beneficia al empresario más que al trabajador

La expansión económica que lleva acumulada España durante más de 11 años está siendo más aprovechada por empresarios que por trabajadores. En el reparto de la riqueza nacional los primeros han ganado a los asalariados una cantidad equivalente a un punto de PIB, en torno a 9.000 millones de euros.

Desde 1995, el largo ciclo económico alcista ha permitido duplicar el producto interior bruto, según los últimos datos de contabilidad nacional que acaba de elaborar el Instituto Nacional de Estadística (INE). Así, el PIB a precios corrientes (sin descontar la inflación) ha pasado de 447.000 millones de euros en 1995 hasta los 904.000 millones de cierre de 2005.

Esta ingente creación de riqueza ha permitido que empresarios y trabajadores se hayan beneficiado de ella aunque no de la misma manera. En el caso de los excedentes brutos de explotación (beneficios empresariales) la tasa de crecimiento de los mismos ha estado por encima en media de la de los trabajadores. Se ha notado, sobre todo, en los últimos ejercicios, en los que los beneficios empresariales han crecido a un ritmo del 9% anual mientras que la masa del conjunto de asalariados lo ha hecho sólo al 6%.

Este diferencial es más importante si cabe si se tiene en cuenta que la remuneración total a los asalariados (absorbió el 42% del PIB en 2005) se ha repartido en los últimos años entre un mayor número de trabajadores, al aumentar el volumen de población ocupada. Ello implica que ha ido ganando terreno la precariedad laboral (salarios más reducidos para los que entran en el mercado de trabajo).

En el caso de los beneficios empresariales, su evolución ha sido más dispar. En las fases menos expansivas del ciclo han mantenido un crecimiento inferior al de los salarios (el año 1998 sobre todo). Sin embargo, el excedente patronal se ha disparado en los últimos años.

Con todo, el mayor beneficiario del ciclo alcista de la economía española está siendo la Administración, a través de los impuestos que cobra. Según el INE, los impuestos netos sobre producción e importaciones suponían a finales de 1995 el 8,5% del PIB. Diez años más tarde, este porcentaje se ha elevado al 10,8%, 2,3 puntos más, cantidad que se ha restado de la participación de salarios y beneficios empresariales en el reparto de la riqueza.

El mayor dinamismo económico está provocando, de hecho, que las tres administraciones (Gobierno central, regiones y municipios) ingresen más por impuestos muchas veces sin tener que subir el gravamen de ellos. Simplemente se genera más riqueza que detrae más ingresos tributarios. Este es el argumento de quienes solicitan al Gobierno una rebaja de cotizaciones (CEOE).

La construcción mima al trabajador

La masa salarial no sólo ha perdido terreno respecto a los excedentes empresariales en los últimos once años. Los sueldos apenas han conseguido ganar poder adquisitivo durante ese periodo. La inflación acumulada desde 1995 se sitúa en torno al 40%, un porcentaje que es similar al aumento salarial pactado en convenios, según los datos del Ministerio de Trabajo. No obstante, hay que tener en cuenta que la situación de cada trabajador varía en función de su situación personal y del sector en donde desarrolle su labor.Uno de los sectores más privilegiados ha sido el de la construcción, empujado por el boom inmobiliario y la obra civil. El aumento salarial anual en él se ha situado medio punto por encima de la media nacional del conjunto de los sectores. Además, la remuneración total de los asalariados (salario por número de trabajadores) ha crecido fuertemente, a tasas de dos dígitos, en los últimos cinco años, prueba de cómo el dinamismo del sector ha absorbido a mucha mano de obra. El alza es superior, incluso, a las registradas en servicios (en torno al 7% anual), el principal sector de la economía española y el que marca la pauta.Los servicios (tanto los liberalizados como los que están al abrigo del mercado) han ido ganando terreno a la industria en los últimos años.De cara a 2006, el Banco de España prevé un comportamiento expansivo de la economía, en línea similar al de 2005, en el que el PIB creció un 3,4% (descontada la inflación), dos puntos por encima de la media comunitaria.

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