Cuando suena la llamada de la política
Los directivos se convierten en objetivo de los partidos a un año de las elecciones locales y autonómicas
La política captó la atención de Francisco Granados, consejero de Infraestructuras y Transportes de la Comunidad de Madrid y secretario general del PP regional, cuando era universitario y un apasionado de las finanzas. Se licenció en Económicas y comenzó a militar en el Partido Popular. Con el tiempo, alcanzó la alcaldía de su pueblo, Valdemoro (Madrid), y fue entonces cuando se vio obligado a aparcar una brillante trayectoria como analista bursátil, primero en Interdialers y posteriormente en Société Générale, donde alcanzó la dirección de Banca de Inversiones y formó parte del Comité de Inversión Internacional.
Como le sucedió a él, en los próximos meses van a ser muchos los profesionales, directivos y pequeños empresarios de toda España que reciban la llamada de la política. Y es que los distintos partidos han comenzado a trabajar en la confección de las listas electorales para las próximas elecciones municipales y autonómicas que se celebrarán, muy probablemente, a finales de mayo de 2007 (aún no se ha fijado la fecha).
Juan Ignacio Sanz, licenciado en Ciencias Políticas y profesor de la escuela de negocios Esade, aconseja a sus alumnos que prueben en política si se les presenta la oportunidad; 'yo mismo lo haría', confiesa. Sanz opina que aún hay reticencia en el empresariado español incluso a reconocer militancia o simpatía hacia un partido, cosa que no sucede en países como Estados Unidos.
'Hay que desterrar la creencia de que el empresario entra en la vida pública para hacer contactos o enriquecerse, la honestidad no debe suponerse para unos grupos sociales y ponerse en duda entre otros', apunta Lluis Corominas, vicesecretario de Acción Municipal de Convergència Democràtica de Catalunya. El propio Corominas ha trabajado para convencer a un abogado de 42 años, en pleno ejercicio de su profesión, Carlos Mascort, para que sea candidato de su partido a la alcaldía de Gerona.
Corominas cree que es necesario que el tejido empresarial aporte su experiencia al interés común y que son los legisladores quienes deben preocuparse por tratar de garantizar que no se den incompatibilidades y filtrar posibles intereses ilegítimos.
Notoriedad
El consejo generalizado para los futuros políticos con raíces en el mundo de la empresa es que eviten a toda costa el conflicto de intereses, dejen los negocios personales a la familia o pidan excedencia en el trabajo si es que se lo pueden permitir. En su nueva vida encontrarán la satisfacción del servicio público, cierta notoriedad y sensación de poder. Pero tendrán que soportar una posible caída en el nivel adquisitivo, horarios imprevisibles, disciplina, pérdida de intimidad y, en algunos casos, un régimen de incompatibilidades que se arrastra en la vida civil hasta dos años después de abandonar el cargo.
'En 1999 ganamos la alcaldía de Valdemoro y tuve que ponerme al frente de 700 empleados municipales', recuerda Francisco Granados. Hasta entonces pudo compaginar plenos y comisiones de Gobierno con continuos viajes como representante de Société Générale. 'Tuve que abandonar y cambiar una agitada vida en el mundo financiero por la de alcalde de un pueblo que, incluso, pasaba muchos días sin pisar por Madrid'.
Granados relata que uno de sus últimos servicios profesionales fue prestado a Endesa, en la compra de la chilena Enersis. Ahora, su responsabilidad como secretario general del PP madrileño incluye supervisar la captación de candidatos para las listas de su partido en toda la comunidad. 'El mundo de la empresa ofrece gente muy válida, acostumbrada al cumplimiento de objetivos, a una cultura muy exigente, pero es difícil convencerles para que renuncien a un buen estatus', afirma.
El pasado jueves, en los pasillos de la Asamblea de Madrid, esperaba a intervenir ante el plenario otro político que sabe lo que es alternar la abogacía con una alcaldía. Mira atrás y reconoce que la situación 'desgasta enormemente e incluso tiene un precio personal que suele pagar la familia, pero encuentras una extraña satisfacción en la política que no existe en ninguna empresa'.
Viajes de ida y vuelta entre los partidos y la empresa
Alfonso Basagoiti, Luis de Guindos, Miguel Sebastián, Josep Piqué, el recientemente fallecido Jaume Casademont o Luis Eduardo Cortés forjaron una carrera empresarial antes que política. Algunos de ellos colmaron sus aspiraciones lejos de los apetecibles despachos ministeriales de Madrid. Jaume Casademont, creador de todo un imperio en la industria cárnica, fue alcalde de su pueblo, Bescanó (Gerona), y diputado de CiU por esta provincia en el Congreso (1986-1989).Basagoiti, presidente de Gamesa, ocupó la consejería de Hacienda del Gobierno vasco en 1988 como miembro del PNV. Antes lo había hecho quien fue mano derecha de Ybarra en el BBVA, Pedro Luis Uriarte.Manuel Pizarro, presidente de Endesa y antes de Ibercaja y la CECA, fue secretario técnico de Administración Territorial en la etapa de UCD y asesor económico de José María Aznar. Miguel Sebastián, ex director general del Servicio de Estudios del BBVA, salió del banco enfrentado con Francisco González y se integró en el equipo económico de Rodríguez Zapatero.Luis de Guindos fue consejero de la antigua AB Asesores antes que secretario de Estado de Economía, con Rato como ministro. En este caso, De Guindos ha tenido que esperar dos años, tras abandonar el cargo político, para volver al mundo financiero. Su retorno se producirá en abril como presidente del banco de inversión Lehman Brothers en España.Los populares Josep Piqué, ex presidente de la química Ercros, y Luis Eduardo Cortés, propietario del reputado restaurante Jockey (Madrid), son otros ejemplos de empresarios en las listas del PP.Un destacado alcalde socialista señala en privado que, por tradición, ha sido la derecha española la que ha atraído a este tipo de personajes: 'Aún les cuesta trabajo implicarse con el PSOE porque creen que les pone en posiciones minoritarias en las patronales', lamenta.