La posible burbuja energética
El tema de las materias primas, especialmente las que se queman fácilmente, no es flor de un día. Lleva el petróleo por las nubes un par de años, y la mejor prueba de que el mercado asume este escenario de precios como permanente es que ayer se celebraba que el Brent amagaba por caer por debajo de los 60 dólares. Un nivel que en 2002 parecía cosa de pesadilla.
La euforia se ha trasladado a otras materias, impulsadas también por la fuerte demanda procedente de Asia. Y de la mano de las subidas de precios ha llegado el dinero en busca de las rentabilidades que le cuesta encontrar en otras partes. Sobre todo ahora que la Bolsa puede dar por cerrado el capítulo de la recuperación -el Ibex está en niveles de sólo seis meses después del pico de la burbuja- pero el inversor disfruta todavía de unos tipos de interés razonablemente bajos.
En realidad, las condiciones parecen ideales para la generación de una burbuja especulativa en el segmento de las materias primas. Hay condiciones de fondo -relación entre oferta y demanda- que justifican el encarecimiento, hay capital en busca de destino y, lo que es más importante, hay una convicción más o menos generalizada de que es en la energía y no en otro sitio donde se hace el dinero hoy por hoy.
En este sentido, el año 2006 será clave. Si por alguna razón -la cuestión geopolítica es la más verosímil- el precio de los materiales se recalienta se puede entrar en una espiral alcista. O posiblemente ni hagan falta excusas tan sólidas, y la propia dinámica compradora lleve los precios al alza.
Por el contrario, puede suceder que la tendencia de los inversores cambie y se dediquen a deshacer posiciones precisamente ahí donde llevan tiempo ganando dinero. Pero el mercado no suele cambiar de opinión tan fácilmente, o al menos no sin una excusa. Un enfriamiento económico sería una. De lo contrario, es previsible que la moda energética siga.