Restaurantes para compartir mesa y cigarro
Ya hace casi un mes que entró en vigor la nueva y polémica Ley del Tabaco, y a pesar de la queja de los hosteleros, la normativa se está cumpliendo sin grandes problemas. En la inmensa mayoría de los bares, que no poseen locales superiores a los 100 metros cuadrados, los propietarios han optado por permitir fumar, con lo que básicamente y salvo algunas excepciones, la situación no ha cambiado con respecto al año pasado. Otra cosa distinta son los restaurantes.
En general, casi todos los que no superan la superficie mencionada se han decantado por la permisividad, pero los que cuentan con establecimientos grandes se han visto en la necesidad de habilitar espacios para fumadores o, directamente, prohibir el consumo de cigarrillos y cigarros puros -tan relacionados con la gastronomía- en sus locales. Esta es la decisión adoptada en restaurantes tan conocidos con La Broche de Sergi Arola (Madrid), el recientemente inaugurado Lágrimas Negras (Hotel Puerta de América, Madrid), el Guggenheim (Bilbao), Atrio (Cáceres) o Las Rejas (Las Pedroñeras, Cuenca).
El hecho de acotar zonas para los malos humos supone ciertos inconvenientes. De momento hay muchos restauradores que no han acometido ninguna reforma amparándose en que la ley establece una moratoria de ocho meses para llevarla a cabo, una modificación que supone una cuantiosa inversión económica. El espacio debe estar completamente aislado, con sistemas de refrigeración propios, siempre que no ocupe más del 30% de la superficie total del local.
Ante la imposibilidad de hacerlo -bien por el coste, bien porque la estructura del local no lo permite o por decisión personal de los propietarios- ya hay algunas iniciativas (como el restaurante Santiago, en Marbella, Jean Luc Figueras y Abac en Barcelona, o el Sant Pau, en Sant Pol de Mar) contemporizadoras: no se puede fumar en el comedor, pero sí en pequeñas salas montadas ex profeso para ello.
Un aspecto que no está muy claro es qué ocurre en los comedores privados. La ley no aborda esta cuestión, y los restaurantes en general dejan al criterio del cliente la decisión de fumar o no en estos salones, al tratarse de un lugar reservado, apartado del resto de comensales.