Las empresas españolas reconocen su pérdida de competitividad
La pérdida de competitividad con respecto al exterior está comenzando a hacer mella en las empresas españolas. Esta es una de las principales conclusiones del Consenso Económico (informe trimestral) de comienzos de año, elaborado por la consultora PricewaterhouseCoopers (PwC), a través de un sondeo a las principales empresas e institutos de análisis del país.
El sondeo resalta cómo el 96,5% de los encuestados reconoce que las empresas ya están perdiendo competitividad, siendo ésta una de las claves del fuerte déficit corriente con el exterior.
La pérdida de competitividad se deriva en su mayor parte de un diferencial de costes y precios persistente en relación con los principales competidores y no tanto a otras circunstancias como el encarecimiento de los precios del petróleo, que afecta también a otros países. La mayoría de los empresarios reconocen que China es, en estos momentos, el principal competidor que está arañando cuota de mercado e inversiones extranjeras, seguida de los países del Este europeo.
La receta para resolver esta pérdida de eficiencia pasa, en su opinión, por 'un mayor esfuerzo en la comercialización de los productos y marcas además de la diversificación de los clientes', muy concentrados en la Unión Europea. Así lo reconoce el 66% de los encuestados. Los empresarios avisan que podrían elevar su oferta (existe capacidad instalada suficiente) pero no lo hacen porque la demanda esperada no es suficiente.
A pesar de ello, el sondeo muestra un cierto optimismo entre los encuestados por la evolución de la economía, y apuestan por que el PIB crezca al 3,2% de media en este nuevo ejercicio, a tasas ligeramente inferiores a las del año 2005, con una creación de empleo que se situará próxima al 2%. La demanda interna compensará, una vez más, las carencias en la exportación. Y la rentabilidad media de las empresas se mantendrá en niveles altos.
Eso sí, la confianza no es homogénea. Los sectores más optimistas son el financiero, el turístico y las nuevas tecnologías. En cambio, reina el pesimismo en el agrario y la industria de bienes de consumo duradero. La construcción y la vivienda seguirá tirando, pero menos.
Aprovechando que en este año el Gobierno ha anunciado una reforma en IRPF y el impuesto de sociedades, los empresarios sugieren al Ejecutivo que incentive fiscalmente el ahorro empresarial en estos dos impuestos, a través de una mayor desgravación del beneficio que se reinvierta, como medida para fomentar la competitividad.