El calvario de los juguetes para garantizar su seguridad
Applus+ verifica que los artículos destinados a los niños cumplan la normativa de seguridad de la Unión Europea
Peluches, juegos de mesa y muñecos invaden todas las instalaciones, pero lejos de tratarse de una juguetería de ensueño para los más pequeños, se trata de un centro en el que los artículos de entretenimiento para niños pasan un peculiar examen. Hasta el centro de Applus+ (el grupo de certificación controlado por Agbar y participado por Unión Fenosa y Caja Madrid) en Bellaterra (Barcelona) llegan muestras de los fabricantes antes de que el producto salga al mercado o de aquellos que están sometiéndose a un control de las autoridades. Sin piedad, los productos se someten aquí a todo tipo de torturas con el propósito de garantizar que cumplen las exigencias de la normativa europea, lo que se traduce en llevar el sello de la CE estampado en su envase.
El centro de Applus+ no vela en solitario por la seguridad en los juegos infantiles. Existe un centro similar en la localidad alicantina de Ibi, municipio en el que se concentra parte de la industria juguetera en el país.
El periplo por el que pasan los juguetes se inicia con una serie de pruebas para garantizar la seguridad física de sus futuros propietarios, es decir, para evitar que los niños se pillen los dedos, que se provoquen cortes o que se produzcan daños en sus oídos por un ruido molesto. Entre todos los artilugios destinados a los pequeños, los dirigidos a menores de tres años requieren un control más estricto. 'Se lo llevan todo a la boca, con lo que hay que asegurar que no se van a romper sus piezas', explica Cristina Esteban, responsable de materiales y procesos del centro.
El calvario continúa en el fuego para los muñecos o peluches, a los que se les determina la facilidad con la que pueden prender la llama. No se analizan únicamente estos artículos, la normativa también incluye pelucas, barbas postizas y todo tipo de artilugios para disfrazarse. 'El objetivo no es que no prendan, sino comprobar que lo haría a una velocidad que permitiría reaccionar y tirar el muñeco', explican los técnicos del departamento de construcción, fuego y termotecnia de la compañía. Por ejemplo, en un peluche al que se aplicara una llama durante tres segundos, como máximo debería quemarse 30 milímetros de su superficie en un segundo de exposición.
En la tercera prueba, que implica la mutilación del muñeco, se analiza su toxicidad. Se corta un trozo del juguete y se sumerge en unos ácidos que se asemejan a la saliva humana a 37 grados de temperatura. Los técnicos intentan determinar qué riesgos conllevaría para el pequeño si durante una hora chupara un artículo con productos químicos. Son precisamente 60 minutos el tiempo que permanece el juguete en el ácido y tras ese tiempo de espera, se analiza cuáles son los metales que contiene y los riesgos para el organismo.
Cristina Esteban indica que elaboran mensualmente unos 400 análisis de juguetes. Diez días permanece de media el artículo en este peculiar centro de control. Tras los procedimientos, los técnicos elaboran un informe en el que se detalla el estado del juguete y sus riesgos. El fabricante puede modificar las anomalías y reparar el producto antes de que se comercialice, mientras que las autoridades pueden retirarlo del mercado si lo consideran oportuno.
Esteban no duda en asegurar en qué fase del análisis se detectan los mayores riesgos. 'Para intentar ahorrar costes, los fabricantes no utilizan a veces los materiales más apropiados, con lo que suspenden en la prueba de garantizar la seguridad física', explica.
Sin embargo, hay juguetes que se escapan al control, los que abundan en los bazares llegados de Asia.
Compras. Reglas de la OCU para regalar seguro
Antes de comprar un juguete para un niño menor de 36 meses, se debe manipular el artículo para asegurarse de que no hay piezas pequeñas que se pueden soltar ni bordes cortantes. Los arrastres no deben llevar cuerdas largas ni nudos corredizos, según las recomendaciones de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).En los peluches se debe verificar que los adornos están firmemente cosidos y que las costuras están bien rematadas, para evitar que salga el relleno que conforma el cuerpo del muñeco. El pelo también debería llevar un tratamiento ignífugo.Las pistolas de juguete siempre deben llevar proyectiles blandos. Además es necesario comprobar que no se pueden cargar con proyectiles distintos a los originales.Aquellos juguetes en los que el niño puede introducirse en su interior, similares a las tiendas de campaña, deben ser inspeccionados por un adulto, que debe comprobar que se abre con facilidad el artículo desde su interior.Los juguetes voluminosos y pesados deben zarandearse, así como los caballitos y otros productos similares para comprobar que no tienen tendencia a volcar.Los equipos de protección como cascos y rodilleras han de utilizarse siempre en el uso de patines, patinetes, bicicletas e incluso triciclos para amortiguar así los daños de una caída.La edad recomendada en los todos los artículos, y en especial, en los juegos de mesa, en los que hay fichas y elementos de pequeño tamaño que podría tragar el niño, deben siempre respetarse.Los embalajes, bolsas de plástico y grapas deben de retirarse antes de entregar el artículo al niño para que juegue, ya que pueden provocar accidentes.El sello de garantía CE Está marcado en la etiqueta de un juguete e indica que cumple la normativa de seguridad que impera en Europa.