Piedad Bonnett se mete en la mente masculina
El título Para otros es el cielo alude a la insatisfacción humana. 'Es una frase que está hecha para que cada uno la diga, con lo que finalmente estamos diciendo que no hay cielo para nadie', manifiesta la autora de la novela, Piedad Bonnett. Poetisa, dramaturga y ensayista, la escritora colombiana vuelve a reencontrarse con la narrativa en esta obra sobre la búsqueda de lo imposible, sobre lo que se quiere alcanzar y no se puede.
La novela comienza con la muerte de Alvar, una de esas personas de encanto deslumbrante, de sensibilidad dolorosa y un desinterés por la vida imposible de disimular. Silvia, una editora que terminó nueve años atrás una relación con él, intentará conocer al que fue su gran amor a través de un manuscrito que le ha legado, con una reflexiones desordenadas sobre lo que fue su vida y el fracaso de sus ilusiones.
La idea de Para otros es el cielo (Alfaguara) surgió mientras Piedad Bonnett escribía su primera novela, Después de todo. En ella aparecía un personaje que esbozó y no desarrolló, pero que le interesaba mucho porque detrás estaba el tema del fracaso. Aquí le sitúa en una coyuntura específica, hace retrocesos temporales iluminando su vida y, sobre todo, construye un carácter.
Amor, muerte y fracaso son los temas que interesan a la escritora colombiana
Alvar no es una persona cualquiera. Es el espejo de una generación, la de mayo del 68, que desde posiciones marxistas soñó con cambiar el mundo y que acabó por acomodarse en la sociedad. Un reducto importante se encaminó al sector público y a la universidad. Alvar es un personaje que, según la autora, se puede encontrar en cualquier universidad del mundo. 'La universidad de hoy está llena de soñadores que luego se encauzaron por la vía del conocimiento, la reflexión y el análisis', comenta la escritora, gran conocedora del mundo académico -es profesora de la Universidad de Los Andes desde 1981-.
En ese ambiente de inacción, donde triunfa la especialización y la productividad, Alvar es un fracasado. Pero no por incapacidad o por pereza, sino por deseo de perfección. 'El rigor le lleva a la esterilidad y en una universidad la esterilidad se paga'.
El otro lado que le interesaba del protagonista es su mentalidad marxista-racionalista, que inhibe la expresión del sentimiento. 'Quise hacer de él un hombre altamente sensible', comenta. Alvar se va cargando de escepticismo. 'Es un castigo tremendo que le da la vida, pues de repente encuentra que no cree en nada, ni siquiera en sí mismo'.
El contrapunto al protagonista son los dos personajes femeninos. Piedad Bonnett tipifica a la esposa, Irene, y a la amante, Silvia, dos mujeres que sacrifican sus propias vidas por respeto a un hombre, al intelectual.
En Después de todo, la autora se metió en la piel de una mujer de 47 años, condenada a permanecer al lado de un marido hemipléjico. Ella, que se siente presa, siente atracción por la joven que llega para cuidarlo, porque es la encarnación de la libertad. 'Fluí mejor dentro de esos personajes femeninos, buceé en mis propias aguas'.
Cuando terminó la novela, le pareció tentador introducirse en la mentalidad masculina. Pensó en Flaubert y Madame Bovary. 'Las mujeres tenemos siempre la idea de que no podemos penetrar en el corazón de los hombres y a la inversa, y la literatura es un medio de conocimiento'.
Bonnett reconoce que fracasó en el intento, porque hay una parte de Alvar a la que ni Irene ni Silvia pueden acceder. 'En realidad, quise hablar de esa cosa misteriosa que hay siempre en el ser amado, porque esta es una novela de amor'.
Amor, muerte, fracaso son los temas que le interesan; la idea del hombre tomando decisiones a lo largo de su vida, jugándose su existencia y sin llegar a conocer nunca dónde le conducen esas decisiones. 'Me parece que una novela reconstruye siempre eso, procesos donde incide la voluntad del hombre y el azar. Esa combinación es la que va dando rumbo a la vida', añade Piedad Bonnett.
Feliz con la poesía, enamorada de la novela
Piedad Bonnett ha publicado seis libros de poemas: De círculo y ceniza (1989), Nadie en casa (1994), El hilo de los días (1995), Ese animal triste (1996), Todos los amantes son guerreros (1997) y Tretas del débil (2004). Es autora, además, de cuatro obras de teatro: Gato por liebre, Que muerde el aire afuera, Sanseacabó y Se arrienda pieza.La autora confiesa que con la poesía se siente más feliz, porque 'es el lenguaje de nacimiento', y en la narrativa, ligeramente incómoda, 'lo cual es siempre bueno para un escritor, no hay nada más propio que la incomodidad'. Por eso se ha enamorado de la novela y ahora está escribiendo la tercera, que estará concentrada en un amor pasional.