El duro oficio del investigador vocacional
El traumatólogo Felipe López-Oliva vive de ejercer la medicina, pero investiga nuevas soluciones clínicas en su tiempo libre
Prefiere que le llamen investigador vocacional en vez de amateur, matiza Felipe López-Oliva, director médico de la mutua de accidentes laborales Fremap. Y es que este doctor dedica muchas horas de su tiempo libre a descubrir nuevas soluciones clínicas para la osteosíntesis (cirugía para la reconstrucción de huesos).
Ya lleva tres inventos muy prácticos, pensados a partir de las necesidades que ha ido viendo cada día en sus pacientes. El primero, concebido en 1989, fue un sistema de fijación vertebral para estabilizar la columna. El segundo, denominado Vira (saeta en español), sirve para las fracturas del calcáneo, en el pie. Y el tercero, una prótesis de disco cervical. De ellos, el primero se ha quedado anticuado porque la casa comercial que lo fabrica no ha querido actualizarlo. El segundo está pendiente de aprobación por Sanidad. 'Lo esperamos de un momento a otro' y puntualiza que ya hay hospitales interesados en él. El tercero está en proceso de desarrollo y comercialización.
Investigar es para este traumatólogo como una adicción. La recompensa está muy clara: 'Es muy difícil describir la sensación que se tiene cuando has curado a un paciente. Pero mucho más cuando se ha conseguido gracias a un aparato que has hecho tú. Es un subidón', remarca. Porque de dinero, nada de nada. Por problemas éticos e incompatibilidad con su puesto en Fremap no recibe emolumentos por los implantes que se vendan.
El camino desde que le surge una idea hasta que la ve materializa está lejos de ser de rosas. 'Me he encontrado más pegas que apoyos en mi labor de investigación', puntualiza. Son muchas las peripecias que relata.
La primera tiene que ver con el tiempo. Desde que ideó el sistema para curar el calcáneo hasta que lo vea aprobado por Sanidad habrán pasado seis años. Y buena parte se ha gastado en la mera burocracia, 'en el papeleo', se lamenta. Quizá lo menos duro han sido las horas en soledad que ha tenido que echar a la mera investigación. 'He operado cientos de conejos sin ayuda. Los he anestesiado y cuidado yo sólo', dice.
Pagar la patente
Con el invento en la mano, viene la segunda parte: peregrinar con el dossier de empresa en empresa. Pero antes, la patente que ha tenido que pagar de su bolsillo (1.000 euros). 'Y sólo para España; para el resto del mundo es muy caro y muy complicado de tramitar', aclara. Y en medio de tanto obstáculo, López-Oliva relata como en el caso de su último invento, la prótesis de disco cervical, se ha encontrado con una copia industrial que le podría haber dejado sin invento. Pero desea pasar de puntillas por este lamentable asunto.
Quizá todo ello explique los pocos médicos que se dedican a investigar en España. Aunque sea de una forma vocacional, como dice López-Oliva. 'Hay que compaginarlo con otras obligaciones y por eso es una labor poco ortodoxa, poco metódica', dice. 'En España se investiga porque la gente quiere hacer una tesis. Pero se termina la tesis y se acabó la investigación', se lamenta.
La importancia de la ayuda institucional
Todo surge de una idea. Pero de poco sirve la inspiración si no se puede llevar a la práctica. Felipe López-Frade insiste en la importancia de sentirse apoyado por otras personas. 'Muchos médicos se han interesado por mis investigaciones, me han echado una mano, pero no han aguantado mucho tiempo', dicePero si el apoyo de otros colegas es muy valioso para poder completar una investigación, mucho más es el respaldo de una institución, como por ejemplo, un hospital, que proporcione infraestructura y ayuda económica. 'Y algo decisivo: pacientes', matiza.En el caso de López-Frade ese apoyo se lo ha proporcionado Fremap, que le ha permitido utilizar sus instalaciones e incluso ha sido condescendiente cuando ha necesitado tiempo para investigar o acudir a conferencias o congresos.Por este motivo, ahora que está al frente del equipo médico de la mutua ha formado un departamento de investigación. 'Hay que crear un ambiente propicio', aclara. Para darle impulso ha contratado al mejor, casi el único, investigador profesional en traumatología: Francisco Forriol. Pero además compensará a los médicos que publiquen sus investigaciones: 500 euros si es una publicación española y 3.000 si es extranjera.