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CincoSentidos

El muro de Adriano

Cruza Inglaterra de este a oeste, y se ha convertido en atracción de masas: yacimientos, museos y un sendero jalonan su recorrido

Se parece mucho a lo que puede verse en el Camino de Santiago. Grupos de mochileros o senderistas solitarios roban protagonismo a los grajos que alborotan el paisaje. El muro de Adriano fue declarado patrimonio de la humanidad en 1997. Pero fue en 2003 cuando se abrió el national trail (algo así como 'ruta nacional'). El éxito ha sido fulgurante. Demasiado. En la primavera de 2005 varios periódicos alertaban del peligro: lo que no había conseguido la erosión del tiempo, lo iban a lograr los entusiastas del muro; se había calculado que lo visitarían unos 40.000 al año, pero la cifra anual se acerca al medio millón.

¿Se han vuelto eruditas de pronto las masas británicas? La verdad es que el muro tiene más de lo que uno imagina. En principio, es una simple tapia que va de costa a costa por el norte de Inglaterra: 80 millas romanas (117 kilómetros), mandada construir por el emperador Adriano el año 122, aprovechando una visita a la zona. Está claro que no es una muralla como la china. No pretendía serlo. Cumple más bien una función simbólica, marcar el limes, la frontera del imperio. Una marca simple en apariencia, pero obra de ingeniería tan compleja que no pudo ser realizada por esclavos, sino por legionarios expertos. Tardaron en completarla ocho años, muchos menos de lo tardado en restaurarla.

De hecho, esta valla fronteriza es un sistema orgánico, complejo. El muro en sí no parece gran cosa, empezaron dándole tres metros de grosor, pero luego rebajaron anchura para avanzar más rápido. Estaba precedido por un foso en la parte 'externa', y por un vallum o zanja, por la parte interior (una 'alambrada' o aviso de zona militar). Una torreta de tramo en tamo permitía vigilar todo el trazado. Y en los puntos estratégicos, un fuerte militar reunía a los soldados y sus familias en una especie de miniciudad castrense. Estos campamentos estables eran bastante elementales, y tenían lo normal en estos casos: graneros y almacenes de víveres, hospital para los heridos, termas, letrinas, barracones de diversa categoría para oficiales o soldados rasos. Estos castros (muchos de ellos con museo o centro de interpretación) son los jalones del trail o sendero que discurre paralelo al muro (perfectamente acondicionado con filtros para que no puedan utilizarlo vehículos). Hay una docena larga de estas etapas.

Empezando por el este (como los romanos) conviene echar un vistazo al fuerte Arbeia y su museo (en South Schields). También es interesante Segedunum (Wallsends) y más aún Coria (Corbridge). En la zona de Chester se puede ver el fuerte de Cilurnum, con termas extramuros y un museo que comenzó la familia Clayton en 1903 con hallazgos de la zona.

De la antigua Brocolitia, más adelante, sorprende un templo dedicado a Mitra (los soldados no venían sólo de Roma, también de Dacia, Panonia y el oriente del imperio). En Vercovicium (Housesteads), además del museo, pueden verse graneros, letrinas y hospital. La antigua Vindolanda (en Chesterholm) es uno de los hitos más gratificantes.

Aparte de las excavaciones puede verse una reconstrucción de parte del fuerte, un ninfeo y otros montajes didácticos. Pero sobre todo un museo donde se exhiben copias de las 2.000 tablillas escritas con tinta, encontradas aquí, y que son una joya del British Museum y del legado romano en Inglaterra; registran desde el envío de unas mudas o calcetines a una invitación de cumpleaños de la esposa del jefe de la guarnición a sus amigas.

Se calculó que lo visitarían 40.000 al año, pero la cifra se acerca a medio millón

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